Una mujer abraza a su esposo. Tiene el temple, la cortesía, el gesto de mostrarle afecto al compañero que minutos antes, como una bestia furibunda, le propinó una golpiza. Su rostro moreteado dice otra cosa: ¿Cómo salgo de aquí?
El proyecto fotográfico “No es Amor”, liderado por la artista rusa Anastasia Rudenko y publicado en el medio Meduza, refleja la violencia doméstica a la que se enfrenta el 40 por ciento de las mujeres en Rusia. El ministro de interior ruso sentencia que 14 mil mujeres mueren cada año a manos de sus parejas (40 al día) y 600 mil enfrentan algún tipo de violencia en sus hogares.
Desde hace dos años, el Parlamento ruso empezó a modificar las leyes que penalizaban a los abusadores sexuales. Hoy podrían llegar hasta la despenalización de la violencia doméstica, mientras que el presidente Vladimir Putin ofrece una suerte de reverencia a la presión de la fracción ultraconservadora.
Por otro lado, los legisladores son presionados para rechazar la misiva que permitiría todo tipo de ataques violentos a excepción de una violación o de daños y heridas severas en el cuerpo como huesos rotos o embates repetitivos.
The Independent advierte que si triunfan los conservadores, se podrá golpear a una esposa o a un hijo con un castigo mínimo: una multa menor a los 500 dólares o 15 días de arresto administrativo. Aunque actualmente ese tipo de crímenes pueden merecer una pena de hasta dos años en prisión, muy pocas veces se dicta una sentencia.
A pesar de la gravedad, que refleja una descomposición social, sólo el 12 por ciento de las víctimas han acudido a la policía para pedir ayuda. Cifras oficiales demuestran que una de cada 5 mujeres rusas han experimentado algún tipo de violencia “casera” .
Las embestidas se ofertan como carnes en asadero: insultos, violencia psicológica, golpes, amenazas, chantajes. El rezo se condensa en las palabras de Rudenko: “En Rusia, hay un dicho, ‘no es amor si no me pega’. Quizá es por eso que un porcentaje bajo de mujeres finalmente dejen a sus parejas abusivas”.
Hasta hora, la reforma legislativa ha pasado una lectura en la Duma (la cámara baja del Parlamento) y si pasa su segunda lectura hoy, es muy probable que termine legislada. Una vez en manos de Putin, no habrá marcha atrás.
Yulia Gorbunova, experta en temas rusos de la organización no gubernamental que defiende los derechos humanos, Human Rights Watch, aseguró en un artículo que la aprobación de la ley significaría un enorme retroceso para Rusia, ya que las víctimas enfrentan enormes obstáculos para obtener ayuda o justicia.
“Esta ley lograría que se reduzcan las sanciones para los abusadores y pondría las vidas de las víctimas en un mayor riesgo”, dijo Gorbunova.
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