«Si le dices a alguien, Dios castigará a tu familia». Esta era una de las frases que el sacerdote australiano Gerald Ridsdale utilizaba para amordazar a los miles de niños de los que abusaba sexualmente.
Quizás así obligó a un par de hermanos, niño y niña, para abusar de ellos después de oficiar el sepelio de su padre, quien había fallecido horas antes. Las palabras de Ridsdale tenían un efecto grande en los pequeños, quienes, con el fin de proteger a sus familias y sin plena conciencia del abuso que estaban sufriendo, accedían a lo que el cura les solicitaba.
Las confesiones del sacerdote tienen a Australia enmudecida y horrorizada. Las frases utilizadas y los cómplices que lo ayudaron a saciar sus instintos y ahora, con más de mil víctimas en su historial, Gerald Francis Ridsdale tiene a la Iglesia Católica en un punto en el que negar las cosas ya no les será tan fácil como antes.
*Foto: The Inquiry.
Fue en 1961 cuando Ridsdale fue ordenado como sacerdote y desde ese momento le dio también el banderazo de salida a su vida como delincuente. Casi veinte años después, las denuncias en su contra comenzaron a aparecer. No tenía escapatoria con los aterradores testimonios de las víctimas ante las autoridades.
Una noche del año 1974, el cura aprovechó la conexión espiritual que tenía con una familia para convencer al padre de despertar a su pequeña hija de diez años para someterla sexualmente. El padre de la niña la desvistió, la recostó en un altar y esperó afuera de la iglesia a que Ridsdale cumpliera su objetivo.
«Ridsdale le susurró a la niña: “Jesús murió por nuestros pecados, entonces podemos ser perdonados y si confieso este pecado, podré ser perdonado”», dijo el fiscal Jeremy McWilliams en el primer juicio de Ridsdale en 1994. «Fue entonces que abusó de la niña».
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*Video: YouTube, Christian Washington.
Los castigos de Dios en contra de la familia, era el chantaje recurrente de este pedófilo que, probablemente, cometió abusos en más de mil niños. En 1994 se declaró culpable y la condena que alcanzó fue de 18 años de prisión. Más tarde, en el año 2006, fue sentenciado a otros 13 años de cárcel y, en 2014, le dieron 8 años más.
Todos sus delitos, hasta el momento, fueron aceptados por Gerald Ridsdale y las confesiones van más allá de la simple admisión de los hechos. Los detalles en sus palabras ante el jurado resultan aberrantes. «Es parte del trabajo de Dios», «Es nuestro pequeño secreto, no le digas a tu mamá o tu papá podría morir» o «Dios podría castigar a tu familia si hablas», eran algunas de las frases utilizadas en contra de sus pequeñas víctimas.
Actualmente, organizaciones en Australia lanzaron 85 iniciativas para reformar las leyes que claramente protegen a los curas de sus delitos de pederastia. Una de las iniciativas solicitó eliminar el secreto de confesión para que los curas que saben de casos de abusos de otros curas, en contra de niños, puedan denunciarlos sin temor.
Se cree que con las recomendaciones que realizó la Royal Commission recientemente, la Iglesia Católica dejará de proteger también a aquellos que como Ridsdale, cometan delitos de abuso sexual en contra de niños y niñas que tienen a su cargo aprovechándose de la relación que tienen con las familias de los menores.
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