Los conflictos políticos en Pakistán son de tal magnitud que otros problemas sembrados dentro de la sociedad son ignorados por los ciudadanos y la prensa local. Pero las mujeres no pueden omitir uno de los más punzantes: La normalización del acoso sexual.
De acuerdo a la periodista pakistaní Shazia Nawaz, en su país el acoso es como “un elefante blanco en el cuarto que nadie ve”. Su voz —que también es la voz de cientos de mujeres—, asegura que el problema tiene las raíces tan profundas que ya es considerado como una “forma de recreación más que un crimen” con un enfoque tan cuadrado (común en una nación machista por excelencia y por herencia cultural) en la conducta de la víctima y en su apariencia más que en los agresores.
“Cuando una mujer se queja del acoso, las personas hacen ojos ciegos”, sentencia Nawaz.
Para combatir esa violencia de género, en Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán, acaban de lanzar un servicio de transporte sólo para mujeres: El “Taxi Rosa” para proteger a las mujeres del acoso sexual. A partir de hoy, las mujeres podrán pedir el vehículo rosado, en el que viajarán ellas solas con otra mujer al volante.
El taxi se podrá pedir de la forma tradicional, en las calles, con una llamada o a través de una aplicación para teléfonos celulares. De acuerdo a lo que dijo Ambreen Sheikh a la agencia de noticias Reuters, “las conductoras usarán un velo rosa y una túnica negra como uniforme” y las nuevas trabajadoras serán desde amas de casa hasta estudiantes.
Al Jazeera explica que este nuevo modelo responde a cifras alarmantes. El Centro de Recursos Urbanos de Karachi reveló a finales del año pasado que el 55 por ciento de las mujeres que se trasladan en trasporte público dijeron sentirse inseguras y haber enfrentado acoso sexual en esa ciudad.
El Huffington Post revela que el problema también se ha extendido hasta alcanzar niveles críticos —si se toma en cuenta que la mitad de las mujeres en una ciudad se han enfrentado o han presenciado acoso sexual— debido a que muchas personas piensan que ese delito sólo significa una “ofensa física”, cuando en realidad involucra cualquier tipo de gesto, movimientos o miradas que hacen que una mujer se “sienta insegura e incómoda”.
Los creadores del proyecto del “Taxi Rosa” pretenden que se adopte en otras ciudades como Lahore e Islamabad durante los próximos meses. Y aunque los críticos aseguran que no es redituable, además de exigir más recursos, la realidad es que es una medida “extrema” y necesaria para combatir un mal igual de extremo.
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