¿Qué se siente que una rata asquerosa se te trepe, te recorra el cuerpo con sus cuatro patas, que recién pisaron desperdicios nauseabundos, y al final te muerda el rostro, una mano, un brazo, el
pecho?
Un niño sirio puede tener la respuesta más certera, acostumbrado a vivir entre los roedores que reciben el mismo trato que el resto de los refugiados, hacinados en campos que emergen como un templo de entre la basura putrefacta.
El mismo Papa Francisco regó su palabra santa y sentenció que los centros para refugiados cada vez se asemejaban más a un campo de concentración judío. En Líbano, los desechos son eliminados con tan poca frecuencia que ahora sirven como nido de ratas y ratones que no se resisten a morder un cachete infantil.
La BBC publicó un video que exhibe las atrocidades que les salen al encuentro a los niños que abandonaron el purgatorio para toparse con el último círculo del infierno dantiano, que recibe el nombre de Valle de la Becá, Líbano. A Ahmed lo despertó la mordedura de una rata, que entran como manada a las tiendas improvisadas, hechas de trapos y sábanas. Cuando abrió los ojos ya era demasiado tarde, el animal comía parte de su pómulo.
El pequeño Ahmed imita los movimientos del roedor, como si se tratara de una persona obesa. Son tan grandes, se han alimentado tan bien, que parecen un perro pequeño. Pensaron que irse a otras naciones, quizás, sería la solución para escapar de la podredumbre. Estaban equivocados.
La Unión Europea (UE) también advierte sobre los niveles “horroríficos” de abusos en campos para refugiados, que alojan a alrededor de 23 mil menores que llegan hasta ahí sin compañía adulta alguna. Específicamente, los recintos —construidos en puntos de llegada de migrantes— en Grecia e Italia son inseguros hasta límites inimaginables. Esos lugares también presentan una plaga, pero ahí es de deficiencia de seguridad, agua, comida decente, cobijas y facilidades médicas.
Un estudio de la Corte de Auditores de la UE reveló recientemente que el número de abusos a menores, violaciones, el tráfico humano y la proliferación de la explotación sexual de los niños dentro de los mismos centros es tan grave que si las naciones acusadas quieren seguir teniendo “algún tipo de valor”, deben darles la importancia suficiente a los que llegan sin compañía a Europa.
De acuerdo a The Guardian, el informe reza que muchos menores sin compañía “han sido retenidos durante largos periodos de tiempo en los sitios” bajo condiciones inapropiadas, sin importar las leyes que exigen que sean prioridad para los gobiernos y a pesar de que algunos estados se habían comprometido a “realojar” a alrededor de 40 mil migrantes para finales de septiembre pasado, únicamente lograron hacer 3 mil peticiones para alcanzar la meta. Y ninguna de ellas involucraba a menores solitarios.
La Europol añade que los niños generalmente viajan solos a los campos desde zonas de guerra en Siria, Afganistán o Irak porque sus padres “sólo pueden pagar para que un miembro de la familia deje el país” y cuando llegan a los nuevos sitios, son blanco fácil de los traficantes y del comercio sexual.
Las condiciones son tan arduas, que incluso los adultos han sucumbido a la presión. En Grecia, un grupo de 12 refugiados sirios iniciaron una huelga de hambre el viernes pasado bajo el hashtag #StarvingForHumanity (“Muriéndonos de hambre por la humanidad”). En esa misma nación europea, los menores de edad tienen que recurrir a la venta de sus cuerpos para obtener recursos que los ayuden a vivir en otro sitio menos atroz.
The Independent publicó las palabras de uno de ellos: “Me dije a mí mismo, ‘mírate, llegaste a Europa, ¿cuál era tu objetivo?’ No estoy haciendo esto porque me guste, pero no tengo dinero. No tengo otra opción”. Entre las víctimas se hallaba una niña de apenas cuatro años de edad.
Ahora, los expertos están preocupados por una nueva ola de migrantes que podría llegar hasta Europa a partir de junio y a consecuencia de los cruentos ataques orquestados por los gobiernos, como el caso del ataque con gas sarín en Siria, que dejó decenas de muertos, entre los que se hallaban muchos niños.
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