La palabra es fuerte pero cuando se ilustra lo es aún más. Cuando se dibujan resultan en símbolos que invaden una historia incapaz de ser contada y narraciones que guardan la mayor cantidad de información posible en líneas de colores brillantes. El dibujo narrativo, con los colores precisos, resulta “un gran poder si se sabe usar bien”. Y es que la vida se cuenta en líneas, trazos que guardan en su estética la más pura esencia de su creador mediante líneas que no titubean.
Abraham Ponce, diseñador gráfico originario de Puebla, México, demuestra que cuando no se encuentran las palabras para escribir lo que se quiere, lápices de colores y trazos certeros son la mejor herramienta para llenar de significado los intensos momentos de la vida. Abraham eligió la técnica de la ilustración para presentar mundos fantásticos, espacios que no se pueden explicar más que con trazos que dejan ver otra cara del lenguaje: el de la imagen.
Su trabajo se ve influenciado por la pintura surrealista, el diseño de carteles de finales del siglo XIX y principios del XX, expresiones de la cultura popular como el cómic y los videojuegos, estilos que adapta a la ilustración para una reinterpretación de vivencias personales que muestra a través de símbolos y metáforas que se transforman en nuevas narraciones a través de sus imágenes, realizadas a base de acrílico, técnica mixta y, en ocasiones, acuarelas.
Las ilustraciones de Abraham presentan temas frecuentes como la naturaleza, la flora, la fauna, elementos celestes y la necesidad de expresar ansiedades, a través de estos elementos juega con la memoria del espectador para despertar emociones a través de trazos, en los que intenta plasmar la esencia de la etapa infantil para superar la imaginación humana y reencontrar el vínculo que une al espectador con los primeros años de vida.
A pesar de fluctuar entre diversas técnicas de representación digital y análoga, Abraham Ponce prefiere la sensación de la pintura y el sustrato físico sobre los pixeles. Su estilo, más allá de la representación, se define como el intento de generar historias con una mezcla de imaginación y realidad, con las que intenta una reacción en el espectador y que sea éste quien forme su propia historia.
Los personajes de Abraham viven entre dos mundos: el de los sueños y el real; en sus ilustraciones el alma sale del cuerpo para ir a un mundo paralelo, uno donde se vive el sueño que se tiene y que resulta el reflejo de las imágenes y vivencias que se experimentan en esos momentos.
Abraham Ponce ha participado en diferentes exposiciones colectivas: Viviendo a la mexicana, realizada en Puebla, durante 2011; IED Crear Puebla, 2012; Ojos que no ven, México que no siente, en la que su trabajo se expuso como finalista de dicho concurso en 2012; Diseñorama 2012 y fue, también, finalista y expositor en Ilustracional 2012, cuya presentación fue en enero de este año. Además, su trabajo se ha presentado en publicaciones como Colectivo Bicicleta y la Revista Picnic.
Actualmente se desempeña como ilustrador en la ciudad de Puebla, México, y está en búsqueda de nuevos espacios relacionados con la ilustración, técnica a la que considera una manifestación en crecimiento y de alcances ilimitados.
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