La lujosa cena que ofreció Porfirio Díaz en el centenario de la Independencia de México

El centenario de la Independencia de México reunió a políticos y empresarios en Palacio Nacional el 23 de septiembre de 1910

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Si algo emociona a los mexicanos es la comida, sobre todo si se trata de una fiesta o alguna reunión, pues es seguro que habrá algo especial, y Porfirio Díaz lo sabía, es por eso que preparó todo un festín para celebrar el centenario de la Independencia de México. 

Corría el año de 1910 cuando políticos, empresarios y parte de lo que se consideraba “alta sociedad mexicana”, recibieron la invitación para este evento que tuvo lugar en Palacio Nacional el 23 de septiembre.

“El Presidente de la República tiene el gusto de invitar a Ud. para el Baile, que en celebración del primer Centenario de la Independencia ofrecerá a la Sociedad Mexicana en el Palacio Nacional, el 23 de septiembre próximo”, se leía en la misiva donde destacaba la firma del entonces presidente.

Aunque todos estaban emocionados con la fiesta, el país se veía afectado por varias situaciones sociales como las distintas huelgas que explotaron en el Norte y Este, la consolidación del maderismo como facción política indispuesta a aceptar la derrota en las elecciones de 1910 y la popularidad del régimen en picada con mirada fija hacia la Revolución.

Pero a pesar de lo anterior, Díaz estaba convencido de que el centenario de la Independencia de México no podía pasar de largo.

La conmemoración del Grito de Dolores fue el pretexto perfecto para mostrar tanto al país como al concierto internacional, la máscara del ascenso positivista que el régimen pretendió dar a México como un país en vías de desarrollo, donde las comunicaciones, la inversión extranjera, la modernidad y las “buenas costumbres” europeas eran parte de una sociedad condenada al progreso.

Preparaciones rumbo al centenario de la Independencia de México

Durante todo septiembre, Díaz dispuso un sinfín de acciones protocolarias de inauguración o restauración de edificios públicos, monumentos y calzadas en toda la capital, con el fin de presumir el nuevo nivel cosmopolita de la sociedad mexicana que su gobierno dejaría.

Entre estos destacó la develación del Monumento a la Independencia, la llegada de las reliquias de José María Morelos al país o la inauguración de la Universidad Nacional de México.

Sin embargo, dos eventos concentraron la atención internacional: el multitudinario desfile del 15 de septiembre, que dio un repaso por la historia de México desde la fundación de Tenochtitlán hasta la consecución de la Independencia, y el gran baile del Centenario para conmemorar el México independiente.

Cuál fue el menú que sirvieron en el centenario de la Independencia de México

Por fin había llegado el gran día. Los salones del Palacio Nacional estaban ocupados por más de 10 mil invitados y el lugar estaba vestido de gala con la instalación de 30 mil lámparas eléctricas, esculturas, gobelinos y espejos.

La ambientación corrió a cargo de más de 150 músicos, que interpretaron valses austriacos y otros temas de la vanguardia europea, muy del estilo de Don Porfirio.

Pero lo que a la gran mayoría le interesaba, incluso sin haber sido parte de esta celebración, era el menú que servirían para celebrar el centenario de la Independencia de México, pues no era cualquier festejo.

Cerca de las 21:00 horas, apareció Carmen Romero Rubio de Díaz de la mano del presidente de México, agradeciendo a los invitados por su asistencia y dando inicio al banquete.

Acto seguido, se hizo presente un ejército de meseros con cada uno de los doce tiempos que el menú oficial, totalmente escrito en francés, prometió a los presentes.

El chef encargado de los banquetes oficiales, Silvain Dumont, preparó platos como Saumon du Rhin grillé à la St. Malo, que era salmón fresco, pescado en el Rhin con salsa de vino blanco, mostaza y anchoas, además del poularde à l’écarlate, pollo marinado en leche con salsa de frambuesa.

La entrada consistió de Melon glacé au Clicquot rosé, perlas de melón servidas en champaña rosada, mientras que el postre predilecto de la noche fue la Dame Blanche, helado de vainilla con chocolate fundido.

Las bebidas estuvieron al nivel del banquete, incluyendo champaña G.H. Mumm & Co. Cordon Rouge, el vino de Burdeos Mouton Rothschild 1889 y el chardonnay Chablis Moutonne para acompañar los pescados.

El centenario de la Independencia significó uno de los últimos actos públicos de Díaz, quien partió del país el 31 de mayo de 1911 hacia un exilio en París, donde murió.

Su obsesión por las costumbres europeas, el gusto refinado que intentó asimilar desde su llegada a la presidencia fue plasmado en este evento, que siguió estando en boca de todos por varios meses…

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