En una esquina de la Roma Norte se levanta un nuevo espacio artístico que invita al transeúnte a desviar la mirada del nivel de la calle para dedicarle unos segundos, tal vez minutos, e incluso confiarle algunas reflexiones a un mural pintado por la artista Paula Victoria.
Esta obra es una propuesta abierta a la colaboración. La artista, quien contó con el respaldo de Cultura Colectiva y wibe para la creación de la pieza, no ve esta obra como un lienzo congelado, sino como un espacio en movimiento constante, abierto a las nuevas ideas y donde cualquier otro artista puede
complementar la obra. “Debemos de comenzar a derrumbar las paredes clasistas que ha ido construyendo el mundo del arte alrededor de sí”, mencionó Paula Victoria.
Para Paula Victoria, un ingrediente fundamental dentro del arte es la improvisación: el acto de dejar fluir la mente, utilizando mano y pincel como intermediario entre el inconsciente y el lienzo. Es así como la artista decide plasmar sus emociones a través del movimiento espontáneo de líneas y colores.
Nodos urbanos, caminos que no llevan a ningún lado, rincones escondidos y avenidas repletas de laberintos son algunos de los elementos que cobran vida en esta mural.
El proceso in situ presentó diversos retos: desde la conceptualización de la obra en un espacio tan amplio y los accidentes en la estructura del muro; hasta el trabajo personal para dejar fluir las emociones sin dejar que se nublaran por el instinto, al encontrarse suspendida a más de quince metros de altura.
La creación de este espacio colectivo no hubiera sido posible sin la colaboración de wibe, quienes a través de su interés para apoyar al mundo artístico, han dejado su colorida huella en un rincón de la ciudad; y la amabilidad de Osel al proporcionar todos los galones de pintura necesarios para embellecer el edificio.
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