Sir y Rumi Carter, los nuevos hijos de la real divinidad contemporánea… Su lugar de nacimiento, Los Angeles; su padre, el amo y señor de la industria musical; su madre, la mujer inmaculada del espectáculo siempre llena de gracia y gloria. No hay espacio para las coincidencias. Beyoncé coronada de flores y vistiendo las telas que cubren a la tierra mortal, rodeada de naturaleza y un cielo que se confunde con la línea del mar, sostiene a sus bebés como una completa neo-madonna; es ella el cuerpo de quien mejor representa los significados de doncella, gran señora y reina de lo que nos gobierna. Su vientre, elegido de entre todos los que pueblan este mundo, ¿para concebir y darnos a los mesías que más necesitamos?
Con la fotografía publicada en la cuenta oficial de Beyoncé durante la noche del 13 de junio de 2017, la cual casi hace estallar a dicha plataforma y a Twitter, la artista nos devuelve a una cultura de representaciones místicas y fértiles de la divina mujer que nos cuida, gobierna y dicta a todos.
Las primeras representaciones de la Virgen Madre con su hijo santo se dieron en el Imperio de Oriente, muy a pesar del también propagado rechazo a las imágenes físicas o veneradas; ahora, esa virgen entronizada que tanto se alzaba sobre Constantinopla no porta una corona incrustada de perlas, pero se posiciona aristocráticamente con un velo azul agua y el abrazo de la flora femenina.
Desde la primera fotografía compartida por Beyoncé con respecto a su último embarazo, producida y editada por Awol Erizku, la iconografía de una reina madre y su silueta tanto sacra como poderosa revolucionó la marcha de las madonnas en la historia del arte por este creador de raíces etíopes. El fotógrafo creció en el Bronx y la imagen completa da testimonio de ello, esa estética de catálogo tan particular en los nail salons y los calendarios de licorería brinda un nuevo respiro a la figura de la mujer-ídolo y desde entonces su trabajo ha adquirido una notoriedad apabullante. El resultado lo vemos en todas las transiciones del aparecer que la cantante ha construido alrededor de su gestación.
En los siglos XII y XIII se diversificó el modelo la madre divina, bendecida por la mano de Dios y el fruto sagrado, con la mano del pequeño niño omnipotente alzada en signo de plena conciencia de su superioridad. Año 2017, la madre poderosa se posiciona frente a un arco natural como si fuese obra de Carlo Crivelli o Luca della Robbia, sus mellizos levantan las manos en señal de autoridad y, aún cuando no esté presente en lo material, la figura de Jay-Z lo rige todo.
Como punto medio, en un ritual dedicado a la maternidad, tenemos a la Beyoncé dorada y ascendente a los cielos; durante los Grammy Wards y con la poesía de Warsan Shire como hilo conductor de la experiencia sobrenatural, la virgen que trascendió todos los planos se muestra entronizada por su séquito de fans. Se corona con ese nimbo tan perseguido por los terrenales y da testimonio del gran señorío que ejerce su esposo sobre la industria musical para preguntarnos: ¿Cuál será el lugar de sus hijos sobre la Tierra? Definitivamente el mensaje es claro y recibido, sus descendientes son realeza y futuros gobernantes.
Incluso sus nombres fueron registrados por la pareja divina para que ningún simple mortal los utilice en este mundo.