Ser perfecta.Y no sólo eso, ser bonita, seductora, feliz, complaciente, genio en la cama, emocionalmente estable y exitosa.Todo a los 13 años. La época en que poco a poco se construyen en tu mente las imágenes exactas de quién debes o no ser. ¿Por qué sucede así? ¿Cuáles son nuestros motivos para edificar esta figura femenina tan peculiar? No es un secreto. En ese proceso por el cual todas las mujeres han atravesado, es una ley no escrita mandar al diablo a tu madre, abuela o cualquier autoridad sospechada conservadora; también es claro que la influencia de mujeres espectaculares y de inmaculado coolness es el único estándar a cumplir con verdadero ahínco.
Advirtiendo esto con sensibilidad maternal –sin ella probablemente nunca podrían verse dichas inconsistencias o peligros de la mente–, Anna Grzelewska llevó a cabo por largo tiempo un ejercicio crítico y de experimentación visual que consistió en retratar a su propia hija en ese áspero juego de ilusiones, representaciones, deseos y decepciones desoladoras que envuelve la adolescencia temprana.
“Julia Wannabe”, como la artista decidió titular a su producción, hace referencia directa al fenómeno Madonna Wannabe (aspirante a Madonna), ese acontecimiento casi espectral donde todas las chicas de corta edad y que escuchan música pop quieren lucir tan glamurosas, dominantes, sexuales y furiosas como sus ídolos contemporáneos. Con estos atributos externos e internos, toda niña intenta descubrir la esencia de ser una madonna, de la feminidad establecida y la belleza “auténtica”. Paradójicamente, aunque éstas creen que dichos modelos les ayudan a expresarse, el caso particular de la hija de Grzelewska es una prueba de todo lo contrario.
Tales diosas, aunque les amemos y duela reconocer que pueden estar erradas en ciertas medidas, cuentan con una estética y política de comportamiento que, no podemos negar, dirigen a un sendero de inseguridades, temores, exigencias y decisiones que nadie debería sufrir. Nunca. Menos una chica que apenas deja de ser niña y se encuentra constantemente contrariada por toda la información que el mundo le arroja sin ton ni son.
“Mi propósito era buscar las fuentes de identidad femenina y explorar el momento en que una chica se convierte en una mujer. Hay algo ambiguo y perturbador en esta transición. La cultura popular retrata la infancia como una tierra de felicidad: dulce e inocente. Nuestra memoria también tiende a borrar cualquier defecto de esta imagen”, dice Anna.
Es decir, pese a que la infancia siempre es retratada como una etapa increíble, ésta no importa en sentido estricto, pues debe ser aniquilada con el tiempo –según el canon global–y sustituida progresivamente por sus antagonismos de “madurez”: lujuria y amargor.
“Fotografiando a Julia, quería mirar el proceso de crecer de una manera más compleja. No es un reportaje, un diario o un álbum familiar, sino un intento de captar la universalidad de este periodo. Es también una reinterpretación fotográfica de un proceso psicológico de transferencia; una imagen fotográfica es el resultado de la experiencia de Julia y mi memoria de ella”, cuenta Grzelewska al respecto. Su esfuerzo documental no fue con meros propósitos personales o íntimos, la serie está constituida de tal manera para dar testimonio de las depresiones, pasajeras euforias y choques de emoción que involucra la confrontación del adentro y el afuera; en otras palabras, de lo que se tiene y lo que te dicen que deberías tener.
Esa adolescencia que todos padecimos en algún momento, aquella que nos hizo dudar de todo y odiar lo que éramos, es captada por la lente de Anna para hacer evidentes los tropiezos humanos hacia una vida adulta, además de recordarnos lo mal que manejamos como sociedad las presiones hacia una pequeña persona que a duras penas sabe qué es lo que le está ocurriendo.
Aportándonos sinceras imágenes de ansiedad y ambigüedad, Anna Grzelewska demuestra con cada pieza de su trabajo la cruda realidad de la incertidumbre, los roles impuestos, los roles asumidos, la construcción de persona, la formación de criterio y la autonomía estética en el día a día de una joven confundida. Tan confundida como lo hemos estado todos nosotros.Así como este proyecto de suma importancia para nuestra civilización, existen otras Fotografías para entender por qué se entristece una mujer, creadas por la artista Adi Dekel, y algunas Fotografías para recordar que las mujeres solas también son hermosas.