Werner Herzog representó al Monstruo del Lago Ness desde la obsesión de un productor de corte hollywoodense sobre algo que no existe, pero, secretamente cree que con efectos especiales y una historia medianamente creíble puede lograrlo. Esa es la trama de “Incidente en el lago Ness” (2004), un documental donde Herzog es atacado por la inexistencia de la fantasía colectiva que descansa en aquellas aguas oscuras y cubiertas de niebla en Escocia.
Queremos que exista lo imposible, que encarne en cosas que podamos palpar y vivir, que habite en las pantallas terriblemente reflejantes de nuestras computadoras o celulares, o frente a nosotros, como piezas de arte o sueños materializados.
Buscamos afanosos esos monstruos que descansan como anhelos y sueños de nuestro inconsciente, para lograr percibir que la vida es algo que levita más allá de la rutina y la muerte.
La reencarnación es uno de esos temas incesantes y mutantes en la historia de la humanidad. Aunque es físicamente imposible de comprobar, ¿cómo sería regresar a la vida una y otra vez, sin descanso?, hasta lograr esa secreta armonía que concluya el ciclo de retornos.
Si la reencarnación fuera posible, y pudiera ser dirigida conscientemente, elegiría regresar como delfín, como en aquella canción de David Bowie. Mi deseo es banal y, acaso, superfluo, pero creo que cada persona escogería un destino diferente para su nuevo ciclo vital; eso imagino al ver la obra de otro artista que representa lo imposible: aquella insistencia mental de ingresar a un estado metafísico que permita el regreso en otro cuerpo y un tiempo distinto. Me refiero a Fabián Martínez, Curiot, y a su obra “Act 1: Warped Passage en Thinkspace Gallery”, expuesta en una galería de California, EUA, en 2016.
Hace poco, la escritora Vanessa Place dijo que “México es un estado de la mente”. Al ver el trabajo del artista nacido en Michoacán, es posible entender un poco esas palabras: el desdibujo de fronteras, el sueño dentro del sueño, la alucinación dirigida a la fractura de barreras.
Esa línea que separa realidad y ficción, tiempos, tecnologías y sueños, se desdibuja entre los colores pastel y fluorescentes que recuerdan la portada del disco que inició y dio nombre al movimiento vaporwave.
Queremos vivir lo imposible, y gracias a pensar que somos una pieza dentro de la gran maquinaria del universo, es posible conceptualizar que los monstruos de en la mente de Curiot, son materializaciones del universo al que pertenecemos.
Fabián Martínez combina técnicas de pintura con modelos 3-D, creando obras de una estética post-digital, donde se materializan tanto instrumentos digitales como figuras prehispánicas. Prismas y alebrijes, salas de espera con una estética salida del comic y templos prehispánicos, geometría imposible y coloridos sueños, nos hacen pensar en un surrealismo millennial.
“Act 1: Warped Passage en Thinkspace Gallery”, está constituida por ocho capítulos y algunas piezas extra, que complementan este viaje astral por el imaginario y los sueños colectivos de las personas que viven, o vivieron, en México y Estados Unidos.
Si la reencarnación es la doble transformación de la carne en sueño; esta obra es la experiencia de ese salto doble al fin de los tiempos.
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Dos elementos sobresalen de la obra de Curiot: 1) la idiosincracia prehispánica, de la que puedes conocer más al leer este artículo: ‘Dioses prehispánicos que podrían atormentar tus sueños esta misma noche’. 2) el ‘Surrealismo, el refugio y arma de la auténtica realidad’, vanguardia artística nacida en Europa hace un siglo.
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Fuentes:
The Creators Project
Thinks Space
Página Oficial de Curiot
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