Según Julia Emberley, asumimos un fetiche con la sensación de bienestar y sentirnos plenos. Del mismo modo que los masoquistas tienen la sensación de vigor y excitación cada que un tacón se posa en su cuello o cuando el látigo pega sobre su nalga fría, existen algunos materiales como la piel, el terciopelo o la seda que se convierten en fetiches por la sensación que asociamos a ellos. Esos materiales que de pronto muestran una estimulación psicológica hipersensible. Por años, la piel se ha asociado al poder y la maestría.
Para Freud, este fetiche con la piel se da por un complejo hacia los genitales femeninos, desde las piernas hacia arriba. Entonces, asegura, la piel y el terciopelo reproducen la visión de la vellosidad púbica. Aunque no concedamos nuestro anhelo por la piel a la teoría de Freud, es innegable que con ahínco, personalidades, gente adinerada y coleccionistas se empeñan en tener un abrigo de piel…
Bolsas, botas, zapatos, billeteras, cinturones, pantalones de cuero o cualquier cosa que se nos ocurra. Decía Bourdieu que lo hacemos debido a la representación que se le ha dado a la piel en el arte. Desde los griegos, el valor de la belleza natural de la ropa nos hacía cuestionarnos cómo debería ser una prenda y entonces, buscábamos lucir la representación del óleo que veíamos. Entonces y con el transcurso de los años, diversos artistas optaron por hacer de la piel algo tan importante como el cuerpo mismo de quien era pintado en el lienzo.
Uno de ellos fue Rubens, quien con un cuadro de Hélène Fourment remplazó los pliegues naturales por una piel de animal simple. Entonces la piel tomó su autenticidad de la relación que tiene con la vida animal. La belleza natural de las prendas conjugada con la belleza natural de los cuerpos. Así, el arte comenzó el patrón de mujeres y hombres en pieles como un modo de belleza única, real y auténtica.
Más tarde, las revistas de moda lo retomaron. Se creó un lenguaje visual de las pieles en la moda para convertirse en una disposición estética, como lo llama Bourdieu: la distinción entre las obras de arte y el resto de los objetos fabricados por el hombre se pierden para hacer de los objetos socialmente designados como obras de arte. Los objetos, dice el teórico, son distinguidos con una distinción estética que los convierten en obras de arte. Muy en el fondo, nuestra idea de la piel es el equivalente de un valor estético que comenzó a representarse en el arte. Así, la piel alcanza un estatus diferente y contribuye a justificar el valor económico y simbólico del lujo.
¿Cómo dejar de considerar posible el uso de las pieles?, ¿cuándo quedará claro que si continuamos utilizando animales como ropa, las matanzas por oferta y demanda aumentarán?
Imagina ahora que los animales se representen con pieles de humano. No tan extremo pero con base en esta idea, la artista Tamara Kostianovsky que tiene su estudio en Nueva York, realizó su instalación “Actus Reus” para simular un matadero. Con ropa usada recreó partes de animales destajados como si se encontraran en un frigorífico a punto de servir como alimento para todos nosotros.
Todas dispuestas en ganchos metálicos, sus pedazos de carne nos muestran lo vulgar de las carcazas de animales listas para ser consumidas por nosotros, los que curtimos las pieles para embellecernos pero que también degustamos en exceso, como si se trataran de bacanales romanas, ese exquisito sabor que nos proporcionan.
Carne, cartílago, grasa y hueso. Todo lo que conjuga un cadáver vacuno lo observamos en tamaño natural con su obra. Su intención fue conectar los cuerpos de los espectadores con los de su trabajo. Crea un discurso de normalización de la violencia para mostrarnos su naturaleza real y grotesca. Así como Bourdieu lo hizo con la disposición estética, Kostianovsky lo hace con un tipo de disposición violenta.
Con su trabajo, la artista que ha presentado su trabajo en el mundo entero, reflexiona sobre la vulnerabilidad de nuestra existencia física, la brutalidad, pobreza, consumo y la necesidad voraz de nuestro cuerpo que no nos permite conservar nada con vida.
No sólo la piel de los animales es codiciada. Existe la historia de una mujer que decidió coleccionar pieles tatuadas. Si quieres conocerla, da click aquí. Si aún no estás dispuesto a dejar de cazar animales deberías conocer lo que hay detrás de esta práctica, puedes ver nuestro artículo “Fotografías de la crudeza humana detrás de la caza de animales”.
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Puedes conocer más de Tamara Kostianovsky aquí.