No sólo la historia hace una buena película.
No necesitas decenas de diálogos para transmitir una idea.
Lo único que requieres es cine.
Cine en su máxima expresión. Imágenes en movimiento por definición.
¿Cómo puedes hacer una buena película sin preocuparte por la imagen, la fotografía, la mera esencia de lo que significa ese arte?
Sería imposible.
Gran parte de los espectadores comunes sólo se preocupan por la historia. No se dan cuenta de que la forma en que son presentados los personajes, la manera en que el escenario envuelve sus cuerpos y voces así como la composición de un encuadre sirven para incrementar y recalcar los sentimientos que evocan las historias. No lloramos sólo porque dos personajes se aman, sino porque todo lo que aparece a su alrededor brilla y nos hace recordar la magia de estar enamorados. Sin una atención clara a esos detalles, cualquier trama parecerá burda y demasiado simple para crear un efecto permanente.
Estos filmes lo han demostrado y actualmente son catalogados como los ejemplos más claros del impacto que puede tener el uso apropiado de la fotografía integrado con la trama de una cinta. Son prueba de que sin ese elemento, probablemente el cine no sería el mismo y éstas serían historias se perderían en el pasado junto con el resto de los trabajos que no pudieron aprovechar las posibilidades que el guión les ofrecía.
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Rashomon (1950)
Akira Kurosawa
Director de fotografía: Kazuo Miyagawa
Aunque el nombre de Miyagawa no es tan conocido como algunos que veremos a lo largo de esta lista, su colaboración con Akira Kurosawa cambió la historia del cine. No sólo Rashomon integraba un estilo de narrativa muy distinto a lo acostumbrado en la época, Miyagawa logró separar con su visión la perspectiva de cada uno de los personajes. El contraste que mantiene aprovechando la naturaleza en blanco y negro, además de funcionar como una herramienta para revelar los sentimientos que trata de evocar cada narrador, fue el medio perfecto para mantener la incertidumbre de la trama. Influenció tanto a cineastas como a generaciones enteras de creaciones audiovisuales y hasta la fecha hace que la cinta sea considerada una de las mejores de toda la historia.
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The Godfather (1972)
Francis Ford Coppola
Director de fotografía: Gordon Willis
El trabajo de Willis ha sido llamado «un hito en la narrativa audivisual». Demostró su valía al ser responsable de la imagen de El padrino I y II, grandes obras en las que logró mantener una imagen sutilmente clásica, sintetizando la fortaleza de las leyendas de la cultura italiana en la cultura norteamericana, dándole crudeza y oscuridad a la violencia que se desarrolla y ofreciendo cierto romanticismo visual evocando los valores sólidos en los que estaba basada la mafia. Esta fotografía, unida directamente con la música y la delicada atmósfera en la que se desarrolla la trama, acompaña al resto de los elementos cinematográficos ofreciendo una genuina experiencia novelesca inolvidable.
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Blade Runner (1982)
Ridley Scott
Director de fotografía: Jordan Cronenweth
Sin Blade Runner las películas de ciencia ficción no serían las mismas. Matrix no existiría, gran parte de los mejores animes de los 80 y los 90 no tendrían nada en qué inspirarse y en general el cine no hubiese evolucionado completamente en aquella época. El insólito trabajo que hizo Jordan Cronenweth al crear algo nunca antes visto superó los límites de lo imaginable (a pesar de sonar cliché) y terminó creando la pesadilla del futuro en que podríamos vivir en cualquier momento. La obra de inmediato influenció a grandes creadores japoneses, directamente a los futuros proyectos de Ridley Scott y hasta Volver al Futuro. La melancolía e incluso la violencia implícita de sus imágenes nos hacen ver dentro de los personajes mientras contemplan su “realidad” poniéndola en cuestión.
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The Tree of Life (2011)
Terrence Malick
Director de fotografía: Emmanuel Lubezki
Se ha hablado demasiado sobre el trabajo de Lubezki a lo largo de su carrera, y es que es responsable de algunas de las películas más hermosas de toda la historia. El hombre demuestra que no sólo el guión hace perfecto a un filme; se debe aprovechar el principal recurso de ese arte para expresar todo lo que no se puede decir sólo con palabras. La trama de Malick es compleja, ya que no cubre la vida desde una perspectiva en particular; Lubezki se empata con la fantasía y la atrae a la realidad usando imágenes que se asemejan más a pinturas y fotografías, dándole así una fuerza más pesada a la narrativa visual. Gracias a esa armonía entre todos los elementos, la obra pasa a ser algo más que un simple filme; es una expresión compleja.
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Children of Men (2006)
Alfonso Cuarón
Director de fotografía: Emmanuel Lubezki
Caos, un mundo al borde de la extinción y guerras apocalípticas. ¿Cómo captar todo eso sin que parezca cualquier otro filme de ciencia ficción? Lubezki toma la decisión de nunca mirar como suele hacerlo el cine y se mantiene en el suelo, al nivel de los personajes. Su cámara observa como si fuese un participante dentro de todo lo que sucede y nos permite ver el trasfondo en el que se desarrollan los personajes sin resultar abrumador. Asimismo, su gama de colores constantemente nos recuerda el estado decadente del planeta en el que incluso los elementos con sólo un poco de brillo se convierten en un destello de esperanza. Aunque la obra es recordada por sus plano secuencias, son algunos planos que evocan obras de arte las que le dan sentidos más poéticos al destino de los personajes.
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There Will Be Blood (2007)
Paul Thomas Anderson
Director de fotografía: Robert Elswit
Considerada una obra maestra, There Will Be Blood es el trabajo máximo de Robert Elswit, constante colaborador de Paul Thomas Anderson, con quien ha creado algunos los trabajos más visualmente emocionantes y significativos. En este trabajo ambos muestran un panorama semibíblico que abarca tres décadas que sintetizan un sentimiento de ambición dentro de la sociedad norteamericana. Su manejo del color y la sutil manera de darle prioridad a ciertos elementos para que resalten, hacen que nos demos cuenta de la importancia que tiene cada uno para los personajes en cuestión. No sólo es la calidad histórica lo que la hace tan importante, es la forma en la que logra regresar al cine mudo sin que nos demos cuenta.
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2001: A Space Odyssey (1968)
Stanley Kubrick
Director de fotografía: Geoffrey Unsworth
De nuevo nos hacemos la pregunta: ¿Cómo pensar en lo inimaginable? Junto con Geoffrey Unsworth, Stanley Kubrick creó una de las obras visuales más importantes de la historia. Cada uno de los momentos en este filme parece llevarnos por un museo de interminables secuencias visuales hipnóticas y realistas al mismo tiempo. El fotógrafo mezcla el acercamiento a la verdad junto con simetría e insólitos trabajos de composición que remarcan la relevancia de cada uno de los sucesos que presenciamos. Inadvertidamente nos separa del plano en el que vivimos e invita a una realidad distinta que, de hecho, no está tan lejos como pensamos.
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Barry Lyndon (1975)
Stanley Kubrick
Director de fotografía: John Alcott
Digno aprendiz de Geoffrey Unsworth, este fotógrafo se adaptó a los sueños más extraños que salían de la mente de Kubrick. Barry Lyndon es posiblemente el trabajo más importante del director en el aspecto visual, ya que revolucionó por completo la forma de ver cine. Mientras que con Odisea integró nuevos elementos de la ciencia ficción, en este trabajo se inspiró en el arte de William Hogarth, lo cual dio como resultado la prueba de que el arte podía asemejarse a la pintura. Aunque el trabajo principalmente es satírico, existen momentos en los que el contraste que ofrecen los vestuarios dentro de los escenarios revelan una capa más dentro de la trama.
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Vertigo (1958)
Alfred Hitchcock
Director de fotografía: Robert Burks
Un constante colaborador de Hitchcock, Robert Burks creó una especie de cine que no podía compararse con ninguna otra. Un maestro del color y de la experimentación con distintos elementos para acercarse lo más posible a la percepción en 3D, trabajó en Vertigo ofreciendo un aspecto visual completamente confuso que se adecuaba con la trama del filme. Con colores neón, encuadres y técnicas que rara vez se usaban y un acercamiento distinto al cine de misterio, tanto Burks como el director crearon una obra única que tuvo su influencia en el cine mucho más tarde. El aspecto visual era tan extraño en el pasado que a algunos les parecía inapropiado o poco realista, mientras que actualmente se ve como una expresión más de la locura en la que se desenvuelve el drama.
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Pierrot le fou (1965)
Jean-Luc Godard
Director de fotografía: Raoul Coutard
Otro de los mejores equipos del cine revolucionario es el de Jean-Luc Godard y Raoul Coutard, ambos parte de la nouvelle vague y el cine que cambió la historia. Aunque gran parte de las cintas de Godard han sido consideradas de las mejores ey más importantes, Pierrot le fou es la obra visual máxima del inicio de las carreras de ambos personajes. Con un uso excesivo del color, sintetiza el cambio de la época, la forma rara de percibir el arte y la manera en que se mezcla la poesía con las imágenes que nos ofrece la imaginación. Con golpes rápidos, secuencias brutalmente placenteras visualmente y un acercamiento al arte desde la inmundicia, aún es fascinante mirarla de inicio a fin.
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The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford (2007)
Andrew Dominik
Director de fotografía: Roger Deakins
Roger Deakins es uno de los nombres más importante dentro de la fotografía en el cine, reconocido principalmente por sus obras con los hermanos Coen y ahora por Blade Runner 2049, con la que se catalogó de forma oficial como uno de los visionarios más grandes de la industria. Sin embargo, entre esas obras se encuentra su más grande trabajo. Jesse James es un recuento sobre la vida de uno de los ladrones más legendarios de la historia y el cobarde que lo asesinó, pero el trabajo de Deakins lo lleva a otro nivel. Sutilmente nos muestra las debilidades de cada personaje, se mantiene en la mirada de los involucrados y se toma su tiempo para hacerlos revelar sus pensamientos. Tomando influencia del western pero mezclándolo con una especie de drama similar a los de David Fincher nos da la tristeza, la inseguridad y la violencia que vive dentro de los protagonistas y nos hacen temer por cualquier gota de sangre que es derramada.
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Ida (2013)
Pawel Pawlikowski
Directores de fotografía: Lukasz Zal & Ryszard Lenczewski
Desde su lanzamiento, Ida fue un punto alto de la fotografía en el cine. En una historia sobre descubrimiento personal y elecciones morales, ambos encargados del aspecto visual mantienen pura la imagen de la protagonista al tiempo que muestran la decadencia que existe alrededor de ella. Cada uno de los elementos en los que entra en contacto la joven son muestra de una fantasía colectiva en la que viven los individuos ajenos a su mentalidad, pero además de eso todos los encuadres evocan tanto al cine clásico como al contemporáneo y encuentra un punto medio para darle cierto sentido mítico sin alejarse de la obvia realidad. No existe otra palabra para describirla más que «poética», y eso sería decir muy poco.
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Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004)
Michel Gondry
Directora de fotografía: Ellen Kuraz
Eternal Sunshine es un gran filme no sólo por Michel Gondry. Charlie Kaufman y Ellen Kuraz fueron otros dos elementos que hicieron de esta cinta algo realmente complejo y distinto. ¿Cómo trasladar a la pantalla la compleja imaginación de Kaufman sin parecer demasiado apresurado? La forma en que las tonalidades de azul y rojo conviven en esta obra hacen que se conviertan en los mismos personajes principales, ya que cuando todo es felicidad, parece brillar, y cuando se derrumba, de pronto toma un aspecto más oscuro. Gracias al diseño de producción, el manejo de cámaras y las increíbles actuaciones de Jim Carrey y Kate Winslet se pueden crear imágenes que nos recuerdan qué tan hermosas pueden ser nuestras fantasías al enamorarnos y qué tan destructivo puede ser todo al momento de terminar.
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El arte cinematográfico requiere de la atención de la fotografía porque nació a partir de ella. Si una sola imagen –como suele decirse– expresa más que mil palabras, imaginemos las posibilidades de hacerlo a 60 por minuto, o las nuevas opciones que ofrece el cine digital. Todo lo que importa está dentro de ese cuadro y si puede llevarse al límite para darle a la audiencia una genuina obra de arte, ¿por qué preocuparnos sólo por la historia?