La serie de crímenes que realizó la Familia Manson fueron los asesinatos más cubiertos desde que el presidente John F. Kennedy recibió un disparo durante su visita a Dallas. En ese tiempo, 1963, el mundo entero soñaba con un futuro mejor. El brillante regente con rostro de estrella de Hollywood le ofrecía paz a aquellos que deseaban que la Guerra de Corea llegara a su fin y que veían con temor las consecuencias de una guerra en contra de la Unión Soviética. Bajo su gobierno, Estados Unidos parecía convertirse en una utopía llena de prosperidad, pero un sólo ataque acabó con el sueño de paz. El país entero derramó lágrimas en su nombre y el planeta regresó a la misma oscuridad en la que estaba sumergida después de la Segunda Guerra Mundial.
Lo mismo sucedió cuando Charles Manson decidió indicarle a sus seguidores que fueran a 10050 Cielo Drive, la casa que distintos famosos rentaban cuando decidían vivir en Los Ángeles. Manson creía que el lugar estaba habitado por el productor discográfico Terry Melcher, quien lo había rechazado después de que le presentó algunas de las canciones que había escrito, con la esperanza de volverse famoso. Al no encontrar la fama por ese medio, y frustrado con el productor, el hombre creyó que su asesinato sería un buen primer paso para el caos que quería generar en Hollywood.
Sin embargo, como todos saben, Melcher ya no habitaba ese lugar. El director Roman Polanski y su esposa, Sharon Tate, habían rentado el lugar junto con algunos de sus amigos, quienes terminaron siendo asesinados de forma brutal, provocando que gran parte de Estados Unidos –que se encontraba en un punto alto de la cultura hippie, marcado por «paz y amor», alegría constante y muchas drogas– saliera de su sueño colectivo y se enfrentara a una horrible realidad.
El fin del verano del amor
Los asesinatos de la familia Manson hoy son considerados el final del verano del amor. Durante la segunda mitad de la década de los sesenta, la cultura trataba de olvidarse de la muerte de Kennedy, de Luther King Jr. y de otros nombres que perdieron la vida en la lucha por la igualdad, presentando un rostro alegre, lleno de color que abogaba por la paz absoluta, la unión entre las personas y que decía «no» a cualquier tipo de violencia (especialmente aquella que se vivía durante la guerra de Vietnam). Pero una vez que Manson mostró el horror del que era capaz un culto nacido en esa ilusión colectiva, en un solo día acabó con la diversión que había marcado esa época de paz, drogas y rock n’ roll.
«Los retretes están siendo vaciados a lo largo de todo Beverly Hills; todo el sistema de tuberías de Los Ángeles está drogado», dijo de forma anónima un actor a la revista Life justo después de los asesinatos, y es que una vez que la policía comenzó a investigar los brutales asesinatos, todos los actores, actrices, músicos y productores que vivían en esa zona creyeron que todo había sido parte de un negocio de narcotraficantes que salió mal y creyeron que cualquiera podía ser descubierto por posesión de drogas y ser encarcelados. Muchos de ellos sufrieron de paranoia a tal grado que decidieron dejar de consumir, especialmente porque en el lugar de los asesinatos se encontró que Polanski y sus amigos tenían varios tipos de drogas, lo cual demostraba que en Hollywood existía una cultura de adicción vinculada con el espíritu de la época.
Los famosos comenzaron a contratar guardaespaldas, y de acuerdo con una investigación de Natalie Finn, llegaron a comprar grandes cantidades de armas (incluso los precios se elevaron por la alta demanda). En las calles la gente ya no pedía aventones por miedo a ser asesinados y lentamente ese sentimiento de unidad y de confianza que había crecido a lo largo de la década desapareció. De pronto las drogas ya no parecían tan amigables, la liberación parecía riesgosa y nadie era de confianza; cualquiera podría ser miembro de un culto criminal.
Además de lo anterior, el hecho de que Tate y sus amigos fueran asesinados le quitó un poco la esperanza a los sueños utópicos de la generación. Casi todos los individuos que se encontraban en ese hogar eran filántropos y además de ser parte de la industria, ayudaban a distintas organizaciones y promovían la equidad en todos los sentidos. Al ser privados de la vida, aquellos con una mentalidad similar creyeron que, por ser de ese tipo de personas, también podían ser blancos de cualquier ataque.
Indudablemente, el sueño fue destruido.
Posterior a eso el mundo dio otro giro. El sueño hippie se desvaneció y la cultura popular se entregó al nihilismo ofrecido por la música disco y el rock de estadio. Pasó mucho tiempo antes de que otra generación se enfocara en los cambios sociales y políticos. La imagen de Manson atormentó el resto del siglo pasado cambiando la percepción de un mundo que pensamos podía mejorarse, pero que en realidad terminó siendo peor de lo que pensamos.