En 1939 se estrenó “El Mago de Oz” bajo la acertada dirección de Victor Fleming. Un espantapájaros, un hombre de lata y un león, son los compañeros de Dorothy (Judy Garland) quien juega con ellos y viajan a través de la fantasía e imaginación que cada espectador le pone a la cinta. Con un escenario poco usual para atraer a los niños, los adultos se sienten parte de la magia del filme que logró cautivar las taquillas y los corazones de muchos cinéfilos que la posicionan como uno de los clásicos imperdibles de la cinematografía mundial. 34 años luego del estreno, en Inglaterra se gestaba el más mítico álbum del progresivo hasta la fecha. Un disco que no sólo fue una influencia para grupos del género, sino para la música mundial: “The Dark Side of the Moon” de Pink Floyd
El aplaudido álbum cuenta con la peculiaridad de ser la banda sonora perfecta para la película de Victor Fleming. No es que Pink Floyd haya hecho un disco basándose en el cuento o que sea un disco que narre literalmente la historia; tampoco es una serie de canciones que emulen las escenas cuadro por cuadro. En realidad, es una combinación de todo. Se dice que hay momentos específicos en los que pareciera que David Gilmour, Roger Waters, Nick Mason y Richard Wrigth estaban viendo la película al momento de escribir el disco; y es que, según algunas instrucciones que describen el fenómeno denominado “The Dark Side of the Rainbow”, cuando ves el filme de Fleming en silencio total mientras se reproduce entero el disco de los ingleses, entenderás aún con mayor profundidad el relato de la película. La música y letras encajan a la perfección con las imágenes, creando una atmósfera casi surreal y fantástica.
Muchos años después de que se desatara el rumor y los fanáticos de ambas piezas de arte perdieran la cabeza, Nick Mason aseguró que era una “tontería”. Ellos jamás hicieron algo de tal magnitud, al menos no conscientemente. Tampoco es verdad que “The Wall” encaje con la trama de “Wall-E” o que ‘Echoes’ canción proveniente de “Meddle” sea el cuarto acto de “2001: A Space Odyssey”. Todos son rumores y teorías creados por los fanáticos de la banda y el cine. No obstante, en el afán de querer encontrar similitudes, las teorías orquestadas tienen mucho sentido.
La importancia de “The Dark Side Of The Moon” en la música es tanta que no hay músico o banda de calidad que no lo cite como influencia directa; pero es cierto que Pink Floyd le debe parte de la idolatría del álbum a las teorías como la anterior. En su haber, cuentan con otros discos tan valiosos como éste y de los que se ha hablado en realidad muy poco.
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“Animals” (1977)
En estos años, la banda pasaba por un momento un tanto incómodo. Roger Waters era una especie de dictador que mandaba en la creación de los discos. Sus álbumes predecesores fueron dedicados a Syd Barrett. De igual modo, comenzaron a tener acercamientos directos al cine con Alejandro Jodorowsky, aunque nunca se concretó nada. El punk nacía con la consigna de que entre más sencilla la música, mucho más penetrable y amigable con la gente, por lo que Pink Floyd se enfrentó al lento, pero inminente olvido, que a decir verdad, duró muy poco. El disco es una metáfora de la sociedad en la que vivimos muy al estilo de Orwell y su “Rebelión en la granja”.
Destaca: ‘Pigs’.
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“Atom Heart Mother” (1970)
La psicodelia en todo su esplendor se estaba quedando atrás para darle paso a un concepto sinfónico que les permitió probar y adentrarse en nuevos lares. “El disco de la vaca” es el álbum que hace ver a Pink Floyd como una banda madura y muy fiel a su estilo que se da licencia de probar otros terrenos musicales, mismos que los llevarían al reconocimiento mundial unos años después. De último momento decidieron agregar el toque orquestal para darle mucha más profundidad y que no se quedara en un disco de rock sin esencia propia.
Destaca: ‘If’.
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“The Wall” (1979)
Otro de los clásicos de los ingleses es una ópera rock, quizá la más importante que se ha hecho. Si bien The Who, Queen y hasta Green Day han hecho obras similares que se mueven en varias aguas al mismo tiempo, ninguna ha logrado lo que “The Wall”: una protesta más de Roger Waters que de la banda en sí y que marcaría la fractura del grupo. Una película con invitados como Bob Geldof en el papel principal y posteriormente un show en vivo con actos especiales, marcaron al disco como uno de los predilectos de los fans y la crítica. No es psicodelia, tampoco un álbum sinfónico, es rock duro, puro y directo.
Destaca: ‘Another Brick In The Wall’.
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“The Division Bell” (1994)
Tuvieron que pasar 20 años para que la banda regresara al sonido que los caracterizó. El sonido es limpio, las letras no están digeridas, ponen a pensar al escucha y marca el inminente final de Pink Floyd. La muerte de una de las bandas más importantes de la historia se vio tachada por un disco digno de su calidad musical y cuya gira promocional fue cuidada con suma delicadeza. No hubo un mejor cierre que un (casi) regreso al origen.
Destaca: ‘What Do You Want From Me?’.
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“Ummagumma” (1969)
Un disco doble que en parte era un reflejo de lo que vivía la propia banda. Syd Barrett se iba y David Glmour se quedaba, dos personalidades diferentes pero que mantuvieron la calidad de la banda. En los 60 todos experimentaban y jugaban en sus discos, Pink Floyd no fue la excepción y su método de grabación consistió en que cada uno tuviera su espacio en el estudio. Todos fueron libres de crear sus letras y música. La licencia que se dieron culminó en un álbum tan completo como el yin y el yang que expone diversos puntos de vista que se acoplan de tal modo que pareciera que todo fue uniformemente creado.
Destaca: ‘Grantchester Meadows’.
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“The Piper At the Gates Of Dawn” (1967)
https://www.youtube.com/watch?v=MEZ58XCc540
El primer disco de Pink Floyd dista mucho de ser malo. Contrario a la mayoría de los grupos de rock, el primer álbum de los ingleses entra de lleno en la psicodelia y el progresivo. Con un par de estatutos, hacen saber al escucha de qué trata su propuesta. No hay medias tintas, no son una banda cambiante o que se movería a los ritmos populares en cuanto hubiera oportunidad. Si algo causa un poco de curiosidad es que en el momento en que grababan el álbum, en el estudio conjunto se encontraba el cuarteto de Liverpool afinando detalles de lo que sería uno de sus trabajos más reconocidos: “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”. ¿Encuentras similitudes, coincidencias, influencias entre sí?
Destaca: ‘Astronomy Domine’.
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“A Saucerful Of Secrets” (1968)
Con este álbum, Pink Floyd refuerza el discurso de su primer disco que los posiciona en el camino de la psicodelia. Acompañaban su música con luces y un performance que los seguiría por el resto de sus carreras. Basta con ver los espectáculos de luces y pantallas de Roger Waters en la actualidad. Si algo hace grande a “A Saucerful Of Secrets” es la inclusión de los 5 miembros de la banda. Aunque en otros discos o proyectos colaboraron juntos, no eran una agrupación como tal.
Destaca: ‘Let There Be More Light’.
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“A Momentary Lapse of Reason” (1987)
Sin la tiranía de Waters, como describieron sus compañeros a la forma de crear del músico. “A Momentary Lapse of Reason” se convirtió en el bebé de Gilmour. Ahora él coordinaba todo, desde el artwork hasta la parte musical. Con este trabajo quedó demostrado que no se requería de Waters para tener un Pink Floyd digno de ser recordado, tampoco Barrett o Gilmour son esenciales. Queda demostrado que el músico se adapta a la banda, no al revés.
Destaca: ‘Learning to Fly’.
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“Wish you Were Here” (1975)
Cuando se llega a la cima, lo que sigue es la inminente caída o bajada lenta y tropezada. Pink Floyd rompe la regla con un disco que secundaría su básico y complicado “The Dark Side Of The Moon”. Con un Syd Barrett deteriorado en todos los sentidos como protagonista de la obra, demuestran que la música inspirada en algo o alguien que en verdad importa, se convierte en un clásico. Se dice que “Wish you Were Here” es un llamado a Barrett y el amor que le tienen los compañeros. Otros aseguran que es una metáfora de la banda y su desunión que era cada vez más evidente y otros más sugieren que no otra cosa que una declaración propia de su individualidad y necesidad de creación independiente. Sea cual sea la razón. Es un disco que llega hasta la médula.
Destaca: ‘Wish you Where Here’.
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“Meddle” (1971)
La psicodelia se queda un tanto atrás para darle paso al progresivo, en donde Gilmour puede darle rienda suelta a su talento musical con guitarras distorsionadas y solos que demuestran el coraje del álbum. Con una furia instrumental derivada en canciones crudas, directas y bien pensadas, “Meddle” se coloca como uno de los tres mejores trabajos de la banda según críticos especializados.
Destaca: ‘Echoes’.
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Pink Floyd cuenta con uno de los álbumes más vendidos en la historia del rock, de los más escuchados a nivel mundial, de los mejores posicionados en los rankings y de los más enigmáticos. Con músicos de gran talento, mensajes directos y sonidos característicos, la banda ha llegado a un nivel inalcanzable. Ahora, convertidos en leyendas, sirven de inspiración para las nuevas generaciones de músicos. “The Dark Side of the Moon” es un clásico en la música, pero el resto de la discografía de la banda progresiva por excelencia, no tiene nada que pedirle al famoso álbum.
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Conoce la historia de Pink Floyd solamente leyendo este libro. Igualmente, puedes entender mejor la historia de Syd Barrett leyendo sobre él y por qué deseamos que estuviera aquí.
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Referencias
rockthebestmusic.com
swagger.mx