“(…) Supo que tenía que crecer. Siempre se sabe eso a partir de los dos años.
Los dos años marcan el principio del fin”.
Peter Pan- James Matthew Barrie
Sí, en verdad que muchos de nosotros hemos tenido esos días —normalmente no muy buenos—en los que pensamos que más nos habría valido no crecer, quedarnos en aquel tiempo que pasaba lento entre nuestros programas favoritos, las tareas de la escuela y los juegos con nuestros amigos, hermanos o primos. Todo era sencillo, alguien más se hacía cargo y responsable de nuestras necesidades y nuestras obligaciones eran sencillas y si no las llevábamos a cabo no había mayor repercusión que un llamado de atención por parte de nuestros padres y uno que otro berrinche; ante la “falta de libertad” y los regaños llegaron las ganas de crecer, de independizarnos. Fuimos en busca de nuestros propios sueños y comenzamos a crecer, no sólo físicamente, sino también mental y emocionalmente…o no.
Encontrar lo que nos apasiona no es tarea fácil, saber qué es lo que haremos por el resto de nuestra vida es aún más complicado y cuanto más crecemos: mayores retos y responsabilidades asumimos. Algunas veces esto puede ser asfixiante y provocarnos fueres dolores de cabeza.
No se trata de caer en crisis existencial, pero es importante poner atención a nuestro futuro. Se dice que los 30 son los nuevos 20, así que algunos han dejado los planes para el futuro y se han preocupado por vivir el presente. La realidad es que, aunque en ocasiones esta idea resulte bastante sana, lo que sí es un hecho es que la madurez no viene con los años y es algo relativo. A continuación te presentamos los puntos que te harán saber si estas huyendo del tiempo y estás adoptando una actitud muy a lo Peter Pan:
Postergas demasiado la toma de decisiones
Cuando postergamos las cosas, nuestra mente trata de alejarse y se crea una visión “atemporal”, la concepción del pasado, presente y futuro se distorsiona, por lo que es complicado poder hablar de un corto, mediano y largo plazo. Así que atención. Tómate el tiempo para pensar las cosas, pero no huyas.
Temes a las cosas que deberás enfrentar en el futuro
Seguro has notado que cuando eras niño tu noción del tiempo era ilimitada, tanto, que aún existen períodos muy claros como los días de escuela, las vacaciones, tu cumpleaños o la Navidad. Pero cuando creces, cuantificas los días, las semanas y los meses que más tarde se convierten en años, dejas de disfrutar un poco y entonces se va quedando en el olvido lo que vivimos. La responsabilidad es tema básico en este punto, pues asumir tu presente y cada etapa, hará que visualices con mayor claridad lo que viene y restes preocupaciones, dándote la libertad de disfrutar las experiencias.
Miedo al compromiso
Uno de los síntomas de que te niegas a crecer es el miedo al compromiso. Existen distintos tipos de éste y algunas veces pueden verse como limitantes; sin embargo, es cuestión de madurez y filosofía. Acepta que son momentos decisivos y vitales en el crecimiento. No todo se trata de relaciones amorosas, también en este punto entra el trabajo, la familia y los amigos.
Placer y Utopía Eterna
La estabilidad puede ser un estilo de vida o un valor agregado, y no quiere decir que tengas que perderte de lo placentero y emocionante que ofrecen las experiencias. De lo que se trata es de buscar un equilibrio. Tu mundo ideal y la realidad no están peleados; hay que ser realista y aterrizar nuestros planes con lo que tenemos a la mano.
La inmadurez está fuertemente asociada con la falta de compromiso y la negación de responsabilidades, nadie dijo que crecer fuera fácil, no existen manuales o recetas que te digan cuál es la dirección correcta, pero todo lo anterior puede ayudarte a replantear hasta qué punto es natural el miedo a crecer, el temor a asumir responsabilidades y compromisos, y qué tan dañino puede resultar.
Es válido echarse hacia atrás de vez en cuando, pero no dejes que esto te estanque; cuando tienes cierta edad, gastos que costear y relaciones sanas que mantener, puede tonarse en confusión si lo haces constantemente. Evitarlo esta en ti.
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A veces necesitamos de un empujoncito para abrir los ojos ante la realidad, así que te recomendamos volver a leer algunos libros que no entendiste cuando eras joven e inocente.