“¿Y ahora qué quieren…?” pregunta un señor al ver a un contingente de mujeres tomar las calles. “Mejor que se queden en la cocina…” opina otro desde el sillón de su casa. “Por eso las matan…” escribe un anónimo en redes sociales. Ninguno se pregunta qué está pasando y qué falta por pasar en México para que la equidad de género sea una realidad y no una lucha constante.
Mientras unas cuantas asisten a las marchas contra la violencia de género y alzan la voz reclamando sus derechos, muchas mujeres en México aún necesita pedirle permiso a su pareja para poder salir de casa. De acuerdo a la Encuesta sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2003 y 2006) 56 % del total de las mujeres entrevistadas, declaró que “su esposo o pareja decidía si ellas podían trabajar”. Esta estadística evidencia que los roles y estereotipos de género siguen segregándonos y mermando nuestra libertad. Si crees que esta premisa es una exageración, quizá algunos datos de la ENDIREH te inciten a cambiar de opinión:
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Lo que diga mi marido
El 43% de las mujeres participantes contestó que “una buena esposa debe obedecer a su pareja en todo lo que ordene”. Ante la pregunta “quién decide cuándo tener relaciones sexuales”, el 86 % de las entrevistadas contestó que su pareja.
Yo me encargo de la casa, aunque los dos trabajemos
Con excepción de la “reparación de bienes o la construcción de la vivienda”, las mujeres dedican en promedio más horas semanales a las actividades domésticas que sus parejas. Las mujeres que trabajan en casa, dedican 20 horas semanales a la limpieza del hogar, mientras que las que trabajan en actividades remuneradas invierten entre 15 y 12 horas a la misma actividad.
“Trabajos femeninos”
En 2006, la distribución en la estructura ocupacional por sexo era de 63 % varones y 37 % mujeres. El 69% de las mujeres económicamente activas se desempeñaban como comerciantes, artesanas y obreras, trabajadoras domésticas, oficinistas, empleadas de limpieza, maestras y otras ocupaciones tipificadas como “femeninas”. 11 años después, el panorama no ha cambiado y aún nos asombramos al ver a una mujer manejando un microbús o liderando una empresa.
Carreras “para niñas”
La matrícula en el nivel licenciatura de mujeres y hombres es muy parecida (49 % mujeres y 51 % hombres); sin embargo, las estadísticas demuestran que los estereotipos de género influyen en nuestras elecciones académicas. Por ejemplo, las carreras con más número de mujeres inscritas son psicología, pedagogía, cirujano dentista y ciencias de la comunicación. Si consideramos que a la mayoría de las mujeres se les educa para “servir” o “atender” a los otros miembros de la familia, no es de extrañar que reproduzcan estos esquemas.
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A ellos también los afectan los estereotipos de género
En la ENDIREH 2006, más del 60 % de las mujeres participantes afirmaron que el hombre debe responsabilizarse de todos los gastos de la familia. Sobre ellos recae la presión social de llevar la responsabilidad económica, pero, ¿qué pasa con los hombres que preferirían dedicarles más tiempo a sus hijos? Por lo general, los hombres que quieren desafiar los estereotipos de género son criticados, juzgados y ridiculizados.
En gran medida, los estereotipos de género siguen vigentes gracias a que los reproducimos con nuestras acciones, discursos y creencias. Desde que nacimos, aprendimos que el mundo se divide en dos: hombres y mujeres y quien tome un lugar fuera del lado que le toca está equivocado; sin embargo, la humanidad es muy vasta para reducirla de ese modo y cada vez más personas se están dando cuenta de ello. La próxima vez que te encuentres frente a una marcha por la equidad de género, no preguntes “¿qué quieren?”, mejor pregúntate qué nos falta para que nadie tenga que salir a reclamar lo que por derecho le corresponde.