La depresión es cada vez más común. Ha dejado de ser esa enfermedad de “gente sola” y “adultos en crisis” para ser la gran afección del siglo. Aunque hay distintas maneras de combatirla, resulta que la actividad física es de extrema ayuda y, prácticamente, una suerte de terapia personal capaz de devolvernos la energía y la decisión de seguir adelante el resto del día. Estos ejercicios para evitar la depresión se gobiernan por una simple y poderosa al mismo tiempo: un cuerpo saludable mantiene una mente tranquila y libre de tropiezos.
Ya sea como una tristeza profunda, una pena sin motivo aparente o una angustia que no te deja seguir con tus actividades cotidianas, seguro ya te diste cuenta de que necesitas despejar un poco tu cabeza y no engancharte en este estado de ánimo. Por supuesto que debes visitar a un profesional y tratar con la mayor de las seriedades este asunto, pero es un muy buen primer paso reconocer que algo no del todo bien está pasando y que requieres un gran letrero que diga: MOVE ON!
Entonces, puede sonar muy básico, pero cada mañana que llegue, por más que te cueste trabajo, cálzate tus sneakers, ponte tu sudadera y sal a ejercitarte. Estos ligeros entrenamientos lograrán dar batalla a esa aflicción que no te permite respirar durante las tardes.
Primero: corre. Esto aumenta tus niveles de serotonina –la hormona responsable de traerte bienestar– y hace que tu cerebro, gracias a los movimientos repetitivos de este ejercicio, reciba un efecto similar a la meditación. Según el Journal of Psychiatry & Neuroscience, correr funciona como un antidepresivo.
Segundo: camina o trota. Especialmente en un parque o un sendero verdaderamente atractivos. La naturaleza que cumple con expectativas de belleza y armonía es capaz de reducir la ansiedad y sus consecuencias garrafales. Especialmente, si vives en una ciudad, necesitas reducir tu estrés; así que considéralo.
Tercero: practica yoga. Porque no sólo te fortalece físicamente, sino que te ayuda a calmar tus pensamientos fatalistas y a ordenar cualquier caos que traigas en la cabeza. Inscríbete a alguna clase y platica con tu entrenador; sabrá qué hacer y lo que más te conviene.
Asimismo, piensa que esto no se centra en sólo hacer ejercicio y que no puede ser una práctica tan voluntariosa como para hacerla a cualquier hora; que es mucho mejor agendarlo durante las mañanas de tu semana, cuando lo que más necesitas, son ánimos para continuar.