«¿Qué le pongo? Si le pongo la carita con besito y corazón va a pensar que me gusta, pero si se la pongo sin corazón va a pensar que me es indiferente. O mejor no le pongo carita de beso, le podré una sonrisa, pero… ¿cuál? Si pongo la de las lagrimitas va a pensar que me estoy burlando, la de los dientes por fuera parece más bien sarcástica. Mejor la carita sonriente y sonrojada. Sí».
¿Realmente elegir un emoji es tan importante? Sí, más de lo que podría pensarse.
Lo que a primera vista parece un asunto completamente trivial, resulta ser un signo evolutivo que ha costado a la especie humana miles de años. Se trata del lenguaje por empatía, ése con el que la gente se comunica todo el tiempo cuando está cara a cara.
Puede saberse si alguien está molesto, enamorado, feliz, desesperado, angustiado o plácido sólo con ver su rostro. Esa capacidad de sentir lo que el otro es una habilidad que se ha desarrollado con esfuerzos adaptativos a lo largo del tiempo. Así, usar emojis implica traspasar el lenguaje escrito y comunicarse con otro de manera intuitiva, directa.
La ciencia está de acuerdo en que estos pequeños íconos denotan emociones específicas y, además, tienen algo que decir respecto a la personalidad. Un estudio publicado en Trends in Cognitive Sciences reveló que quienes usan constantemente emojis para comunicarse son personas más amables y preocupadas por los demás.
Asimismo, Linda Kaye, psicóloga de la Universidad Edge Hill en Reino Unido, explicó que «usamos principalmente emojis como gestos, como una forma de mejorar las expresiones emocionales. Hay un montón de idiosincrasias en la forma en que gesticulamos y los emojis son similares a eso, especialmente debido a las discrepancias en cuanto a cómo y por qué los usamos».
En lo general, se han reconocido tres grandes perfiles:
+ Usar gestos implica la necesidad de demostrar emociones.
+ Los gestos positivos —que evocan sentimientos de felicidad y bienestar— reflejan una personalidad extrovertida y abierta.
+ Usar sólo emojis de objetos refleja una personalidad formal y miedo a expresarse.
Por otro lado, Sophie Scott, científica de Royal Institution, dijo para The Guardian que, contrario a lo que la opinión común cree, aunque las redes sociales separan a los individuos —al preferirse las relaciones virtuales que las cercanas— los emojis funcionan como un punto conector que recuerdan la necesidad humana de una comunicación afectiva, no sólo verbal o escrita.
Pueden parecer infantiles, sin sentido o demasiado informales, pero lo cierto es que estos diminutos dibujos son destellos de emociones y pensamientos que definen personalidades más o menos definidas. Los emojis dan la oportunidad de expresar aquello que se siente —o lo que pretende hacer saberse que se siente— en un sólo instante, sin mediación alguna de palabra.
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