Imagina que te sientan frente a una hoja en blanco y te dan una pluma; la instrucción que te hacen enseguida es escribirte una carta a ti mismo, pero cuando tenías 10 años menos. ¿Qué te dirías?
No es una pregunta sencilla de realizar y mucho menos contestarla. Incluso, es común que se utilice en terapias psicológicas en las que el objetivo va más allá de reclamarse por los tropiezos que hasta hoy, nos traen tragos amargos tan sólo de recordarlos. En realidad, pensar en nuestro pasado debería enfocarse más a las cosas que dejamos de hacer, y de alguna manera nos están afectando en el presente.
Pese a ello, y aunque las voces sabias dicen que no nos debemos arrepentir de nada porque gracias a esas experiencias nos hemos construido hasta llegar a ser la persona que hoy somos, hay constantes en las que no podemos dejar de pensar y que le diríamos una y otra vez a nuestro “yo”.
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No te quieras saltar ninguna etapa
Sucede algo parecido a lo que comentábamos en la introducción; así como constantemente estamos pensando en el pasado, también tenemos una ansiedad interminable con el futuro.
Estamos en la secundaria y queremos pasar al próximo año. Una vez logrando entrar al bachillerato, nos urge terminar para ingresar a la carrera y de igual manera, ya estando en la universidad los años se nos hacen eternos por salir y comenzar a trabajar. Pero siempre añorando lo que pasó o lo que pasará.
Hoy puedo decir firmemente que si tuviera oportunidad de hablarme 10 años atrás, en primer lugar me diría: “No te apresures ni te quieras comer el mundo de un bocado. Disfruta cada etapa, cada clase y camina al ritmo que tengas que caminar. Entrégate en cuerpo y alma a las circunstancias que te toque enfrentar; disfruta las amistades que vas conociendo en el camino y por ningún motivo te saltes las experiencias que sólo se viven en esa etapa”.
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Pasa más tiempo con tu familia
“Sé que quieres mucho a tus amigos, pero aprende a poner una balanza y no te olvides de tu familia porque luego puede ser muy tarde. Cuando menos te des cuenta, llegará el momento de partir de tu casa, volverte independiente y será entonces cuando extrañes hasta los gritos de tu mamá para que vayas con ella porque la comida está lista. Además, vas a echar de menos el abrazo de alguien que sólo yendo al cielo podrías estrechar nuevamente porque ya no está. Vive, goza y abrázalos mucho. Hay tiempo para todos”.
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No te presiones de más por la escuela
Es una obligación enfrentar la vida de estudiante con responsabilidad, pero también es una realidad que muchas veces no sabemos calcular los extremos de tomarnos la escuela como la vida misma y por otro lado, desentendernos de ella.
“Vas bien. Sabes que con el carácter y determinación que has demostrado hasta ahora, vas a concretar lo que quieres, pero también date ‘chance’. A veces sientes que el mundo se acaba porque no terminaste una tarea, te estresas para ir al corriente en todas las materias que por cierto, metiste como extra por gusto. Nadie te va correteando, mete menos materias y disfrútalas una a una, porque de eso se trata. El tiempo que tengas libre inscríbete a otras actividades que te gusten: ve a nadar por las tardes, métete a las clases de pintura que siempre has querido. De verdad, no pasa nada”.
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Arriésgate y prepárate más
“No dejes que el miedo te trabe porque nos quedamos con ganas de hacer muchas cosas. Arriésgate y pon todo lo que esté a tu alcance para lograrlo; cueste lo que cueste. Pero sobre todo, enfoca esas ganas en cosas que te ayuden a ser una mejor persona para que se te abran más puertas. Muchos “hubiera” nos están saliendo caros. Hazlo”.
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Ahorra
“Está bien que te emociones por comprar cosas, llenar tu clóset de ropa y salir de compras, pero comienza a hacerte el hábito de ahorrar. No te quedes con las ganas y de tus pequeños ingresos considera qué puedes destinar a lo que tanto deseas, pero también considera un porcentaje para guardarlo”.
¿Alguna de éstas coincide con lo que te dirías a ti mismo? Sucede que cuando le hice esta pregunta a mis conocidos, me llamó la atención que el punto donde más coincidían era en la cuestión del ahorro porque gozan de una pésima administración.
Sin embargo, no todo está perdido. Puede que hagas una carta y te des los consejos que quieras, pero nada cambiará. La opción que tenemos es aprender de esos errores y comenzar a construir nuevos caminos sin dejar pasar más tiempo. Sobre todo ahora que tener una cultura de ahorro y buen manejo financiero es más fácil. Por ejemplo, ¿has pensado en tu Afore?
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