No me importa no conocerte, no me importa cuántos años tienes, no me importa tu cuerpo, color, cómo vas vestida o preferencias; si te sientes en peligro, dime, yo te protejo con todas mis fuerzas, porque nunca sabré si mi hija pidió ayuda y nadie le hizo caso antes de que se la llevaran.
Lo que hemos pasado no se lo deseo a nadie, ni mi peor enemigo merece sentir el dolor que está pasando mi corazón. La situación está muy difícil, diariamente el número de feminicidios crece de una manera escalofriante, las mujeres siguen siendo víctimas de abusos, violencia y agresiones incluso hasta en su propia casa. Las calles son peligrosas y no solo por el virus, también se deben cuidar de cualquier persona que pudiera hacerles daño. Sí, la mayoría son hombres pero también hay mujeres implicadas en esos grupos sin corazón que aumentan las horribles cifras del país y nos mantienen a todos alerta. Desgraciadamente y con el puño cerrado del coraje, mi hijita es uno de esos números. Ella es una más.
La situación de la pandemia es complicada, a algunos les ha afectado más que a otros pero todos, absolutamente todos debemos comer, pagar las cuentas y mantenernos. Todo es carísimo y mi niña tuvo que salir a trabajar exponiéndose al contagio con tal de llevar un plato de comida a su mesa.
Desgraciadamente ese día se atravesó con una de esas personas sin corazón. Se la llevaron. La maltrataron, agredieron y le quitaron la vida. Después me marcaron para pedir dinero y ‘rescatarla’, nosotros no teníamos la cifra que pidieron y angustiados empezamos a recolectar entre amigos y familiares. Yo quería volver a ver su carita, la sonrisa de mi bebé, sus manitas finitas y escuchar su dulce voz. El maldito además de quitarnos una gran cantidad de dinero que no teníamos, nos quitó a una parte importante de nuestra vida, a la alegría de la familia, a mi niña.
Ahora sé que debo vivir con este vacío y penetrante dolor en el corazón. Ahora sé que quiero unirme a su lucha porque no quiero que un padre, un novio, un hijo, un abuelo viva lo que es perder a su mujer solo porque le tocó cruzarse en el camino con esas personas. No me importa quién seas, si te tocó la desgracia de estar en aquel lugar y yo estoy cerca, te voy a proteger y haré todo lo posible para que en tu casa no lloren como lloran en la mía.
Nadie merece este sufrimiento, yo estoy dispuesto a cuidarte, acompañarte a tu casa si así te sientes bien y entregarte a los brazos de tus padres sana y salva, voy a luchar con uñas y dientes por defenderte, por evitar que te hagan algo, por ser esa persona que evite que la cifra aumente, porque jamás sabré si mi pequeña pidió ayuda, no sé si gritó o se acercó con alguien, porque muchas veces nos hacemos los ciegos y seguimos de largo, nunca sabré si la ignoraron, si no la quisieron cuidar, si los que vieron cuando la llevaron no estaban conscientes que observaban sus últimos momentos de vida.
No quiero que te pase a ti. No quiero que en su casa sufran como están sufriendo en la mía. No me importa quién seas, si te sientes en peligro, dime, yo te voy a proteger así como me hubiera gustado que lo hicieran con mi hija.
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