La inteligencia es una capacidad privilegiada y una virtud. Cada persona tiene un tipo diferente y a veces las habilidades de unos son el punto débil de otros; pero, cuando se trata de relacionarnos con la persona que amamos, la inteligencia puede ser un arma de dos filos.
Partamos de la premisa de que para enamorarnos es necesario apagar momentáneamente el pensamiento y la razón porque cada vez que nos entregamos a alguien de manera sentimental, es necesario tener cierta dosis de idealización; si viéramos a la persona tal cual, incluso con los defectos que el amor nos encubre, no sería nada sencillo enamorarse.
Entonces, podemos decir que las personas inteligentes son mucho más racionales, lógicas y permiten que esa razón sea la que guíe sus acciones. De este modo, para una persona inteligente es mucho más difícil enamorarse (aunque usualmente la inteligencia también los hace más conscientes de su entorno); sin embargo, una vez que una persona ha pasado ese primer nivel y cae en la trampa del amor, lo que sigue es mantener la relación aun cuando la capacidad analítica y los constantes razonamientos lógicos nos impidan tener momentos completamente cursis o románticos.
Ser cursi
Para una persona más inteligente es complicado mostrar su afecto plenamente: decir apodos, maullar para saludarse como muestra de cariño, decir cosas que en el fondo no cree por completo —como que no puede vivir sin su pareja. Tal vez le parezca lo más soso del mundo además de irrelevante: su inteligencia habla y le impide tener esa clase de comportamientos irracionales y bochornosos. Pero, del otro lado, probablemente su pareja busque esos momentos de estupidez romántica y si esa persona no se los sabe dar, posiblemente la relación comience a fracturarse poco a poco.
Creen que pueden hacerlo todo
Probablemente una persona con más inteligencia tenga costumbre de no pedir ayuda de nadie, incluso de su pareja. Alguien inteligente se rige por lo que desea e intenta alcanzar sus objetivos pero para esa persona, es indispensable lograrlo solo. En escasas ocasiones pide ayuda a alguien y eso puede hacer que excluya a su pareja de sus actividades, lo que suele provocar distanciamiento con el tiempo.
Prioridades
En ese mismo sentido se encuentra también su manera de priorizar sus metas; siempre guiándose por lo que le dicta la inteligencia. En este mundo tan lleno de prisas y de labores, es difícil que encuentre espacio y tiempo para pasar con su pareja. Sus metas están primero y el escapar de su trabajo o postergar una tarea urgente es algo simplemente inconcebible.
Inteligencia emocional
La gran seguridad que poseen los hace tener menos miedo a la soledad, al desamor y al apego, de este modo, es menos probable caer en las redes de un manipulador/manipuladora o crear apegos con alguien. Cuando te guías por la lógica, hay situaciones y actitudes que simplemente no soportará cuando las notes: como las mentiras (incluso piadosas), los chantajes y la falta de interés. Esto puede conducirte también a terminar con tu relación.
Analiza demasiado las cosas
Una de las maneras más comunes de arruinar su relación es por analizar demasiado las cosas. Esta simple razón le hará caer en más de una contradicción y varias peleas inútiles. Si ayer tuvieron una breve discusión sobre la importancia de la sustentabilidad o quién ganará las próximas elecciones, pueden pasar días e incluso semanas preguntándose si en verdad es la persona indicada para ti. Si para esa persona inteligente, las respuestas de su pareja no tienen sentido, quizás lo que hay entre ustedes tampoco.
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Sí, la inteligencia nos hace ser un poco drásticos a la hora de analizar a la otra persona y eso, si bien no va completamente en contra del amor, tampoco le favorece por completo. Es necesario tener un punto intermedio entre cegera y razón absoluta. A fin de cuentas, ésta misma también puede ayudarte a tener una buena comunicación y solucionar, así, los problemas.
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Si finalmente logras el equilibrio podrás disfrutar de un amor pleno.