Hace poco te hablamos de Creel, un mágico lugar donde puedes experimentar una fantasía invernal y que es la entrada a las Barrancas del Cobre. Hoy te contamos de un lugar muy cerca de ahí, a aproximadamente 15 kilómetros de distancia, en el suroeste de Chihuahua: Si lo tuyo son las formaciones naturales y los paisajes ancestrales, tienes que ir al Valle de los Monjes o Valle Bisabírachi en la Sierra Tarahumara, donde un grupo de formaciones rocosas que alcanzan hasta 60 metros de altura lo hacen parecer como salido de un sueño.
Se llama Valle de los Monjes porque las enormes rocas parecen monjes que están sumergidos en sus reflexiones, en el más sepulcral silencio. La leyenda cuenta que efectivamente eran monjes que alcanzaron un grado muy elevado de concentración y se quedaron así, petrificados para siempre. Según las creencias rarámuris, las enormes piedras fueron labradas por los habitantes del Valle de los Monjes, que vivieron ahí hace 20 de años. Como el mundo se había creado recientemente, estas eran fáciles de moldear. Y ahí han permanecido intactas durante todo este tiempo.
Estas formaciones, así como las Dunas de Pacula, son obra de los fenómenos naturales, movimientos geológicos, el viento y la lluvia, que resultaron en esas formaciones después de millones de años. Cuando visitas este lugar, eres testigo de un proceso que inició mucho antes de los seres humanos y que seguirá aquí mucho después de que nos hayamos ido.
Muchas personas van al Valle de Bisabírachi a practicar ciclismo de montaña, senderismo o alpinismo. Si quieres conocerlo, te recomendamos llegar al pueblo mágico de Creel, donde hay varias opciones de hospedaje, y viajar al Valle desde ahí (es aproximadamente media hora de camino). Lleva tu propia agua y provisiones para el día y deja el lugar exactamente igual de hermoso que como lo encontraste. También te aconsejamos que revises muy bien el estado del clima; así como en Creel y otros municipios chihuahuenses, las temperaturas llegan a bajar considerablemente durante el otoño y el invierno, por lo que no está de más armarse de la ropa más abrigadora, ¡y disfrutar de la aventura!