Deidad de las estrellas y mítica hechicera; fiel compañera de insomnio, musa de poetas y enamorados; astro que define mi femineidad cuya perfección va más allá de la luz que puedo reflejar. La luna me forzó a no desistir, me hizo saber que ante la noche más oscura, fría y solitaria, estará ahí para iluminar mi camino, mi mente y mis recuerdos. Triple diosa, astro paradójico entre la vida y la muerte, luz y oscuridad que emite la fuerza encantadora de la noche en la que después de descansar regresa con todas su fuerza y me invita a jugar con ella; en ese juego de posiciones, ahora soy yo quien decide qué papel va a interpretar.
Lejos de tomar al astro femenino como la deidad que lucha, Laurent Lavender, fotógrafo de astronomía, captura la imagen de la Luna como un objeto con el que cualquiera puede jugar e interactuar. La Luna toma el papel de un balón, una lámpara o un reloj que está al alcance de cualquier mortal que necesite jugar con su luz.
En Jugando con la luna, el francés Laurent Lavender muestra, en un juego de perspectivas, a la Luna como un objeto que aprovecha el contacto más allá de lo material pues aprovecha los espacios y recursos naturales disponibles para crear imágenes armónicas.
Su trabajo busca inspirar a la población por medio de la astronomía; acercar a ambas bajo la idea de que con la perspectiva indicada se puede tener a los cuerpos celestes al alcance de las manos.
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