Fuera de la tortilla, los frijoles, los taquitos, y todos los platillos típicos mexicanos, la gastronomía de nuestro país no se complementaría sin las ricas aguas frescas. Mil adjetivos podrían definirlas, pero lo principal es su maravillosa virtud de calmar el calor y serenar la boca después de una dosis de picante.
Los grandes contenedores de vidrio que las albergan le dan color a las calles de México, pero, sobretodo, llaman a los transeúntes para que las consuman. Para aquellos que no estén familiarizados con el término, el agua fresca es aquella bebida preparada con fruta o granos y azúcar. Normalmente, éstas acompañan a los tacos o algún otro antojito típico mexicano.
Las aguas frescas se venden de muchos sabores; los restaurantes y puestos de comida se esfuerzan en crear nuevas mezclas exóticas de estas bebidas gracias a la variedad de frutas y semillas que tiene el país; sin embargo, son tres los sabores más gloriosos y típicos que encontraremos en cualquier esquina: horchata, jamaica y tamarindo. Aunque también son famosas la de sandía y la de limón.
Para hacer agua de jamaica es necesario lavar y hervir las flores por tres minutos, filtrar con un colador y por fin, cuando esté fría, agregar más agua y azúcar hasta llegar al sabor de agrado. Esta flor contiene propiedades medicinales: es diurética, ayuda con los cólicos menstruales, baja la presión arterial, tiene un alto nivel de vitamina C, entre muchos otros aportes a la salud.
El tamarindo es una fruta africana muy conocida en todo el mundo; ésta se utiliza como condimento en la cocina asiática, es un ingrediente para elaborar la salsa inglesa, y en Latinoamérica es conocido por usarse en postres y bebidas, uno de estos es el agua fresca. El tamarindo es bueno para problemas digestivos, de hecho, es un laxante muy eficaz. La preparación de esta bebida es un poco más complicada que las otras: debes pelar las vainas del tamarindo y quitarle las venas, hasta que sólo queden la pulpa y las semillas. Tras este proceso se ponen a hervir hasta que la pulpa suavice, separándola de las semillas, se licua con agua y agregas azúcar al gusto.
La favorita para muchos es el agua de horchata, hecha a base de arroz, azúcar, canela y vainilla. La preparación de ésta varía dependiendo la región de México. La elaboración comienza al cubrir arroz con agua caliente en un tazón, se tapa y se deja reposar de seis a ocho horas. Después se debe pasar el arroz por un colador para eliminar el agua. Tras este procedimiento debes agregar los granos previamente remojados al vaso de la licuadora para mezclarlos con leche y agua; por ultimo, vuelves a colar y añades azúcar, vainilla, canela y, por supuesto, mucho hielo.
Estas son sólo las tres opciones más queridas del país, pero como ya se mencionó, existe una amplia variedad de ellas, dependiendo de la temporada del año y de la región. Las aguas frescas no requieren mucho tiempo para su elaboración, el proceso de licuar la fruta con agua y azúcar dará un resultado exitoso para cualquier sediento.
En el norte del país las aguas de sandía y melón son típicas durante el verano, el agua de coco es conocida en las zonas tropicales y la de fresa, pepino, papaya, mango, guayaba, mandarina, piña y guanábana le quitan la sed al resto de México.
A continuación te dejamos ideas de aguas frescas especiales para el calor. No dudes en experimentar con la riqueza frutal de la que goza nuestro país, algo que debe ser aprovechado al máximo.
Agua de manzana con kiwi
Agua de sandía con chile piquín
Agua de arándanos
Limonada de jengibre
Agua de fresa con jamaica
Agua de sandía, fresa y limón
Agua de pepino y limón
Agua de piña y kiwi
Agua de limón, naranja y pepino