Durante siglos, el vello corporal ha variado en longitud. Sobre todo para las mujeres, que es a quienes más se ha controlado a través de él. En algunas épocas, las piernas y las axilas con vello han sido mal vistas y muchas han recurrido a métodos dolorosos para retirarlo. Y aunque hoy en día estamos (casi todos) de acuerdo en que el vello corporal es natural y no hay necesidad de quitarlo (a menos que sea por gusto, claro), hubo una época en la que incluso el cabello que salía en la frente tenía que irse. En los años 1300 las mujeres “frentonas” eran las más hermosas, y sus cabezas semicalvas eran un símbolo de estatus.
Seguramente has visto retratos medievales que muestran a mujeres con una aparente “cabeza de huevo”, que se acentuaba con un chongo en la parte alta de la cabeza y un velo que la cubría delicadamente. Para lograr ese corte, las mujeres de la clase alta se sometían a procedimientos que incluían retirar, uno a uno, los cabellos de la frente. Hoy en día muchas personas buscan disimular la frente amplia con un fleco, pero antes era al revés. Todas querían verse así.
Muchas mujeres de clases más bajas encontraron en esta moda una oportunidad de negocio: trabajaban como “estilistas” y podían aclarar, rasurar o arrancar los cabellos de la frente, procedimientos muy solicitados por las mujeres de clases altas. Si tenías una frente muy amplia eras estereotipada como de clase alta y más hermosa. Por el contrario, si tenías la frente muy pequeña y cejas pobladas, eras vista como perteneciente a las clases más bajas.
Claro que, como muchas tendencias que gustan a las mujeres, la moda de la cabeza oval no era tan bien vista por el clero, pues era considerada un indicativo de “vanidad” y “orgullo” (recordemos que los cuerpos de las mujeres han sido controlados por la Iglesia y otras instituciones desde prácticamente siempre).
En la década de 1370, Geoffrey de La Tour Landry escribió un libro para sus hijas, que era básicamente un manual de etiqueta para mujeres jóvenes: ‘Le Livre du Chevalier de la Tour Landry’. Entre otras historias, escribió la de un caballero viudo que tenía pesadillas recurrentes con su esposa, fallecida poco antes, en los que ella era torturada por entes infernales. Poco después, un ángel lo visitó en sueños y le explicó la razón por la que su esposa sufría. Sí, la razón era que, cuando ella solía quitarse los cabellos de la frente para ser más hermosa. Eso fue lo que le ganó un lugar en el infierno.