Ni Calendario, ni Azteca
«Todo parece indicar que la Piedra del Sol, incorrectamente conocida como Calendario Azteca, fue tallada a principios del siglo XVI a partir de un bloque extraído del pedregal de San Ángel o de las inmediaciones de Mixquic», asegura el arqueólogo al detallar el origen de la pieza más famosa de toda la iconografía mexica.
Mientras que el término «azteca» proviene del náhuatl aztecatl y es un gentilicio para Aztlán –el sitio mítico del que emigraron los mexicas hacia el sur para fundar Tenochtitlán– adoptado por los españoles para designar a los pobladores del Valle de México durante la conquista, la palabra náhuatl mexicatl era utilizada para referirse a sí mismos.
A pesar de la Piedra del Sol es comúnmente conocida como calendario por llevar una cuenta del tiempo según la concepción mexica, el uso del monolito de más de 24 toneladas de peso es aún hoy una incógnita, de la cual se desprenden dos versiones:
¿Piedra de enfrentamientos o recipiente de sacrificios?
No es posible dilucidar cuál fue el uso de la Piedra del Sol; mientras algunos historiadores aseguran que se trató de un temalácatl (cilindro para el enfrentamiento gladiatorio), otros más consideran que el monolito pudo fungir como cuauhxicalli (recipiente sacrificial), comúnmente utilizado por los mexicas para verter en su interior los corazones dados a manera de ofrenda a sus deidades. De ahí que la visión predominante –y respaldada por López Luján– asegure que no se trataba de un calendario.
Cómo leer la Piedra del Sol
En sentido estricto resulta imposible leer la pieza monumental, puesto que no contiene letras. Se trata de un conjunto de símbolos que responden a las concepciones del tiempo y el espacio de los mexicas:
«La Piedra del Sol resume en su estructura concéntrica las concepciones mexicas del espacio y el tiempo. Señala las cuatro direcciones cardinales –con el Oriente hacia arriba– y marca la sucesión de los 20 días adivinatorios, el ciclo de 52 años y las cinco eras cosmogónicas», afirma López Luján en consonancia con Alfredo López Austin, pionero en estudios mesoamericanos que aseguraba, la Piedra «simboliza las concepciones del tiempo de los mexicas, representa al sol que es el día, el “mes” de 20 días, el año, el período de 52 años y las eras del mundo».
El investigador interpreta cada uno de los círculos concéntricos de la siguiente manera:
1. «El rostro de Tonatiuh ocupa el círculo más pequeño del relieve: es el Sol de mediodía, pues las líneas curvas de los ojos y la nariguera tubular se refieren a su aspecto ascendente, mientras que la boca descarnada y la lengua-cuchillo lo hacen al descendente»:
2.«El siguiente círculo es ocupado por la fecha 4-Movimiento, la cual nombra la presente era y envuelve a las cuatro previas (4-Viento, 4-Jaguar, 4-Lluvia de Fuego y 4-Agua) junto con un par de garras que apresan corazones»:
3. «Los signos de los días conforman el tercer círculo»:
4. «En tanto que el cuarto es un disco solar en el que se alternan rayos con cuentas de jade, además de símbolos del año, plumas y agua preciosa:
5. Este disco está rodeado por dos gigantes serpientes de fuego que descienden hacia el poniente desde la fecha 13-Caña del nacimiento del Quinto Sol y, a continuación, por una banda nocturna esculpida en el canto»:
*La descripción anterior pertenece a Leonardo López Luján y está incluida en el Catálogo esencial del Museo Nacional de Antropología: 100 Obras, editado por Artes de México y el Instituto Nacional de Antropología (INAH) en 2011.
Los gráficos de este artículo fueron elaborados por Luis Atilano. Conoce más de su trabajo en su Instagram Oficial.