Merlín es uno de esos personajes que no necesitan introducción alguna, cuya habilidad con la magia ha trascendido las culturas, en particular de la mano con las leyendas artúricas que a su vez ha sido motivo de adaptaciones fílmicas o de televisión.
El mito del famoso mentor del Rey Arturo comenzó después de que Geoffrey Monmouth lo incluyera en su famoso libro Historia Regum Britanniae (La historia de los reyes de Britania) de 1136, que hasta el siglo XVI fue considerado como una pieza histórica y fidedigna. Allí, él unió algunas historias propias del folclor de la región para formar al Merlín mago y profeta que ahora conocemos; él no sería el único autor dando tal tratamiento, pues pronto también sería parte de la lírica épica británica.
Merlin le lee sus profesías al rey Vortigern en Prophetiae Merlini, c. 1250-1270. / Foto: Wikimedia Commons.
El origen de Merlín, aunque discutido, suele ser similar: él es resultado de la unión de una mujer (algunos indican que era monja, otros que hija de un rey) con un íncubo que la sedujo, proveyéndolo de tal forma de sus poderes proféticos y mágicos a pesar de ser mitad mortal. Según la leyenda, los poderes de Merlín serían descubiertos cuando el rey Vortigern intentaba erigir una torre que no se mantenía de pie; para solucionar su problema, sus consejeros le recomendaron que debía verter la sangre de un niño nacido sin padre.
La historia del nacimiento de Merlín por Jean Colombe, c. 1480-1485. / Foto: Wikimedia Commons.
La sangre de Merlín no sería derramada, puesto que él le haría saber a los constructores que debajo de la base existía un lago y al drenar el lago encontrarían dos dragones que al despertar pelearían, esta pelea se consideraría como una representación de la invasión de los sajones en la región céltica.
Ilustración de Historia Regum Britanniae que muestra al rey Vortigern y Ambros viendo la batalla entre dos dragones. / Foto: Wikimedia Commons.
A partir de entonces habría otras versiones del mito, como que Merlín sería responsable de la construcción de Stonehenge, y por supuesto, su labor como consejero del rey Arturo. No obstante, a pesar del ciclo artúrico, algunas versiones le otorgan poca importancia al origen y la concepción de Merlín.
Representación de Merlin en un manuscrto de Alfonso el sabio, c. 1400 / Wikimedia Commons.
Por otro lado, existen otras versiones posteriores, como la de Robert de Boron, en la que la unión del íncubo y la mujer mortal tiene como objetivo que Merlín se convirtiera en el mismísimo Anticristo. De acuerdo con la leyenda, su concepción y destino como Anticristo tenía como objetivo revertir lo hecho por Jesucristo cuando descendió a los infiernos, cuando a aquellos atrapados en el purgatorio tuvieron la esperanza de alcanzar los cielos, mientras que aquellos que estaban en el infierno por el pecado original los iluminó con la gloria.
Merlín recitando un ooema en una ilustración del siglo XIII en un texto de Robert de Boron. / Foto: Wikimedia Commons.
El destino de Merlín como el enemigo de Jesucristo se vio coartado cuando un cura llamado Blaise lo bautizó, liberándolo de Satanás, al tiempo que mantuvo los poderes demoniacos que éste le proveyó, así como el don profético que Dios le otorgó. De esa forma, Merlín pasó a formarse como uno de los magos y profetas más importantes de su tiempo —en la ficción—, utilizando las fuerzas del mal para obrar bien.
Doublas Baulch, Don Crosby como Merlín, s.f. / Foto: Wikimedia Commons.
Entre algunas de sus habilidades sobrenaturales, según la versión de Robert de Boron, se incluye la habilidad de cambiar de forma, una habilidad que resalta dado que es muy común en los cuentos folclóricos y la mitología alrededor del mundo. Sin embargo, esto, así como su origen diabólico suele ser omitido en los cuentos populares que han mantenido al mago en gran estima.
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