La Ciudad de México esconde grandes secretos, sobre todo de noche, como el del maniquí que recorre Pase de la Reforma… o eso es lo que se cuenta.
Existen varios relatos en los que personas aseguran que han visto a un maniquí vestido de novia sin ser impulsado por nada más que sus piernas de plástico.
Obviamente, hay quienes creen que puede ser parte de la imaginación por el miedo que produce la oscuridad de la noche; sin embargo, no deja de ser terrorífico.
El maniquí en la San Rafael
En el podcast Relatos de la Noche, Horacio Martínez compartió su experiencia con este personaje en la colonia San Rafael.
El youtuber cuenta que un día tuvo una reunión en casa de uno de sus amigos, quien rentaba un departamento a pocos metros de la casa abandonada.
“Mi mejor amigo, Héctor, y yo estábamos en una fiesta por el rumbo del Centro cuando nos hablaron por teléfono para recordarnos que habíamos quedado de ir. Nos despedimos de los amigos con quienes estábamos y tomamos un taxi hasta la San Rafael. Ahí nos íbamos a reunir con los amigos de la prepa”.
Todo iba normal, destacó, hasta que su amigo, quien no les dio la dirección exacta donde sería la reunión, les dijo que debían llegar a “cierto hotel” y los verían ahí afuera, cerca de la una de la mañana.
Cuando llegaron, caminaron hacia la casa: “Ellos traían cerveza que compraron quién sabe dónde y hablaban de algo extraño que acababan de ver”.
“’Nada’, dijo uno. ‘Es que vimos a una señora muy rara afuera de donde nos vendieron las chelas, traía como una máscara’. ‘Era un mono’, interrumpió otro. ‘Estos weyes se asustaron con un mono’”.
Mientras discutían sobre lo ocurrido, un extraño sonido se hizo presente, dejando todo en silencio y una terrrible sensación de miedo.
“Vi cómo mis amigos pelaban los ojos, gritaron y empezaron a correr calle arriba. Me giré de nuevo para ver hacia atrás (…) lo que vi fue a una mujer caminar por en medio de la calle hacia nosotros, hacia mí, que era el único que se había quedado pasmado por la impresión”.
Horacio describe a la “mujer” como un ser que caminaba de forma muy extraña, en la punta de sus pies y en reversa.
“Parecía correr, pero lo hacía de puntitas, aunque los brazos los tenía estirados y a los lados como si fueran prótesis que caminaban inertes”, explicó.
De repente, continuó, la criatura giró y se metió corriendo a una casa: “Era esa casa que parece haber salido de una historia de fantasmas (…) Pero aquello, aquello era real”.
Y como buenos mexicanos, les entró gran curiosidad por averiguar quién era aquella persona que les metió un gran susto.
Él trató de convencerlos de que no lo hicieran, pero lo ignoraron. Fueron a la casa, pero estaba cerrada con un candado, así que saltaron para lograrlo.
De pronto, algo abrió lentamente la ventana del segundo piso: ”Era un maniquí o parecía serlo. O era una persona con una máscara, pero sigue siendo la visión más horrible que he soportado en la vida”, aseguró.
Todos corrieron hacia Insurgentes y pidieron un taxi para regresar a la fiesta. Esa noche, Horacio tuvo muchas pesadillas en las que entraba a la casa del maniquí y la recorría por dentro, abriendo cada una de las puertas, con miedo de encontrar al objeto en cada habitación.
El maniquí de la colonia Roma
Existe otro testimonio que cuenta la historia de un hombre que vio al maniquí después de que saliera tarde de trabajar en la colonia Roma, también aledaña a Paseo de la Reforma.
La calle se encontraba sola, sin gente ni autos, sólo él y la oscuridad de la noche: “Me despedí de mis compañeros que caminaban al Metro Sevilla y yo caminaba por Reforma unos veinte minutos hasta llegar avenida Insurgentes, donde tomaría mi metrobús hacia el norte de la ciudad”.
“Sentí un frío que me estremeció y me hizo apresurar el paso (…) Por primera vez me sentí con cierto miedo en aquella calle que siempre me había parecido la más segura para caminar a cualquier hora”.
Él intentó trotar para alejarse de la zona y de ese sentimiento, pero se lesionó el tobillo. Fue en ese momento cuando miró hacia un local comercial vacío, donde sintió que alguien lo miraba.
“Pensé que alguien me estaba mirando en la oscuridad y por un momento sentí terror, pero me calmé al darme cuenta de que solo era un maniquí. Un maniquí al que por alguna razón habían dejado atrás cuando vaciaron aquel espacio y solo estaba ahí, con una de las manos extendidas hacia la calle, hacia mí”.
De pronto lo invadió una gran tristeza y ganas de llorar, lo que lo hizo alejarse más. De pronto escuchó el ruido de la puerta del negocio que se abría detrás de él. Cuando miró de nuevo, el maniquí ya no estaba ahí.
“No sé si alguien estaba ahí dentro y movió el maniquí para asustarme”, dijo, pero no se quedó a averiguar. Logró alcanzar el último metrobús de la noche y, desde la seguridad del transporte público, miró una última vez hacia Reforma.
“Ahí, no me lo van a creer, pero ahí vi a una silueta vestida como el maniquí que había visto en el local vacío. Si alguien me estaba jugando una broma, había corrido con aquel maniquí para pararlo en ese lugar y que yo pudiera verlo. Es increíble pero eso es lo que yo quiero pensar, porque si no quiere decir que aquello se movió y que caminó detrás de mí por Reforma y que llegué a tiempo para tomar apenas el último viaje del metrobús”.
El maniquí de la colonia Juárez
La última historia es de una mujer que vivía en la colonia Juárez, quien acostumbraba salir a correr en Paseo de la Reforma por las noches, para guardar la distancia con otras personas debido a la pandemia.
“Recuerdo que cuando estaba por salir mi gatito empezó a llorar como si algo le doliera, casi como si quisiera decirme algo (…) Ni siquiera era tan tarde, apenas iban a dar las 11, pero ya no se veía a nadie en la calle (…) Empecé a correr pensando en llegar a la altura de la Torre Mayor para de ahí volver. Me comencé a sentir rara, incómoda, con cierta ansiedad. Me sentía muy alerta, como si tuviera que tener cuidado”.
Después de tomar un breve descanso decidió regresar a casa por el mismo camino; sin embargo, estaba todo oscuro.
“No sé bien a bien cómo explicar lo que ocurrió a continuación, pero de pronto no se escuchaba nada, ni cerca ni a lo lejos, como si me hubiera puesto unos tapones para los oídos (…) Entonces, a unos 40 metros de mí, en la oscuridad, salió una figura que se encaminó en mi dirección. Podía ver la silueta con claridad. Corrí en diagonal para alejarme, pero la figura avanzó hacia allá también. Ya estaba segura, no había duda, venía por mí”.
La figura, describió, era un señor al que ya había visto antes, quien le hacía señas. Ella tomó el gas pimienta de su cangurera, lista para defenderse, cuando escuchó lo que el hombre le decía: “Cuidado, no, no avances”.
Señaló detrás de él, hacia donde ella se dirigía, y allí vio algo que cruzaba Paseo de la Reforma: “Parecía que estaba vestida de mujer, con ropa muy vieja, y cruzaba lentamente, con pasos torpes”.
La mujer contó que vio cómo ese extraño ser con apariencia de maniquí caminó hacia una rejilla de desagüe, la retiró como si no pesara nada y se metió ahí.
Estos son algunos relatos que la gente cuenta sobre el maniquí del Paseo de la Reforma, pero no es el único fantasma del que se habla en la Ciudad de México…
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