“La historia de los grandes acontecimientos del mundo apenas es más que la historia de sus crímenes”.
Voltaire
Leopoldo II, cuyo nombre de nacimiento era Léopold Louis Philippe Marie Victor de Saxe-Cobourg et Gotha, nació en Bruselas el 9 de abril de 1865 y, con el tiempo se convertiría en uno de los personajes más sanguinarios de la historia al ser responsable, durante su dominio sobre el Congo, de la muerte de cerca de 10 millones de personas originarias de ese extenso territorio africano, cedido a él por las potencias europeas para que se encargara de “cristianizar” y “civilizar” a sus habitantes.
Leopoldo II, hermano de Carlota — quien más tarde sería emperatriz de México— asumió el trono de su país natal en 1865, después de la muerte de su padre, Leopoldo I, y una de sus primeras decisiones fue que Bélgica se mantuviera neutral durante la guerra franco-prusiana (1870-1871).
En 1879, financió el viaje del explorador norteamericano Henry Morton Stanley para conocer más de cerca el territorio del Congo y ganar el apoyo de las tribus locales, ocultando siempre sus verdaderas intenciones. Poco después, Bélgica, bajo el auspicio de su rey, fundó la Asociación Internacional para el Congo, cuyos fines aparentemente estaban relacionados con el mantenimiento de la paz y la mejora de las condiciones sociales en aquellas remotas regiones.
De esta manera, Leopoldo II fue reconocido a nivel internacional como un gran filántropo, además de un hombre muy atento a los temas humanitarios. Así, tras la Conferencia de Berlín (1884-1885), las potencias europeas acordaron ceder al monarca belga, como posesión personal y no colonia de Bélgica, un inmenso territorio de 2 millones 300 mil kilómetros cuadrados (ligeramente mayor a la superficie actual de México).
El monarca belga decidió manejar su feudo personal con mano de hierro y, buscando obtener el máximo de ganancias posibles a través de la explotación de sus recursos naturales —principalmente marfil y caucho—, con la ayuda de un ejército de 16 mil mercenarios europeos llamado La Force Publique, convirtió el llamado “Estado Libre del Congo” en un reino de terror, en el cual se hicieron cotidianas las masacres, la esclavitud, los trabajos forzados y las mutilaciones (cortar manos era una práctica común para castigar cualquier insubordinación), causando la muerte de cerca de la mitad de la población congoleña en un lapso de 23 años.
Así, la presión internacional surgida a partir de las denuncias que hicieron distintos visitantes extranjeros sobre dichas atrocidades, entre ellos el misionero estadounidense G.W. Williams, el diplomático británico Roger Casement —cuya vida inspiraría el libro “El Sueño del Celta” de Mario Vargas Llosa— y el notable escritor de origen polaco Joseph Conrad, quien relataría la pesadilla vivida en aquel territorio en su famosísimo libro “El Corazón de las Tinieblas”, obligó a Leopoldo II a olvidarse de sus derechos sobre aquel territorio y cederlo formalmente a Bélgica como colonia.
El abuso hacia los nativos disminuyó con el establecimiento del llamado Congo Belga. Se construyeron hospitales, escuelas y vías de ferrocarril, pero en la década de los 50, aún persistía en algunos sitios el trabajo forzoso y la esperanza de vida de la población no superaba los 40 años. Finalmente, el Congo consiguió su independencia en 1960. Leopoldo II, por su parte, había muerto el 17 de diciembre de 1909, a los 74 años de edad.
La tragedia del Congo, uno de los sucesos más crueles en la historia de la humanidad, no debe excluirse de nuestra memoria, tiene que servirnos como recordatorio de todo el dolor y el mal que pueden causar los seres humanos cuando, abandonando sus escrúpulos, se dejan llevar por la ambición desmedida.
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La Historia de crueldad y se ha repetido en distintas ocasiones, la humanidad está dejando de lado ese rasgo para explotar el de la violencia y egoísmo, por esa razón, y para no alimentar este aspecto en la sociedad actual, te compartimos 10 tipos de violencia en la escuela y en la familia que parecen pequeños pero causan gran daño.