Contrario a la opinión popular, la institución del matrimonio en la civilización mexica se mantenía como la férrea base del núcleo de la sociedad que dominó el Valle de México. No obstante, existía una diferencia plena entre la finalidad del sexo con fines puramente placenteros y el acto como principio reproductivo. Los pueblos nahuas eran plenamente conscientes de ambas prácticas y lejos de la moral cristiana, las relaciones sexuales eran concebidas según su objetivo.
Esta diferencia tomó sentido a través de dos deidades nahuas, tal es el caso de Xochiquetzal y Tlazoltéotl. La primera lleva consigo belleza, transmite sensualidad y es comúnmente representada como una manifestación erótica de amor libre y placer sexual, pues se trataba de una práctica que no era considerada impura para el pensamiento prehispánico. De forma análoga, Tlazoltéotl, diosa de la lujuria sexual, carga consigo el papel de la fertilidad y la procreación y al mismo tiempo, manifestaba una dualidad que ponía de relieve el suplicio para los más impúdicos de entonces, pues se creía que el exceso de sexo también era castigado con males como las enfermedades sexuales (venéreas) y otras afecciones físicas.
A partir de esta división, los pueblos prehispánicos entendieron a la perfección la distancia entre el erotismo y la reproducción, al grado que no sólo seguían los principios de las deidades anteriores, también diferenciaban claramente entre los métodos y rituales que practicaban para uno y otro fin.
Cuando se trataba de estimular la lujuria y potenciar el deseo sexual, eran utilizados los hongos alucinógenos (teonanacátl) y algunas hierbas como el cozolmécatl, que según el cronista y botánico Francisco Hernández, «devuelve las fuerzas de un modo notable a los que están agotados por excesos venéreos». También eran socorridos los mazacóatl, caracoles que según Fray Bernardino de Sahagún, «alimentaban la lujuria».
Con el fin de mantener un crecimiento constante pero no acelerado de la tasa demográfica en el Imperio Mexica, las mujeres embarazadas eran acompañadas de asistencia de parteras, la familia y rituales de buen augurio para el ser que cargaban en su vientre. Tener sexo con fines reproductivos sólo era aceptable después de que los hijos más pequeños pudieran andar por sí mismos, aproximadamente a los tres o cuatro años de edad.
No obstante, la concepción (y contracepción) era un tema prioritario para los mexicas y de la misma forma que existían brebajes y recetas destinadas a cuidar de la embarazada y procurar su salud, las creencias y la medicina tradicional desarrollaron una amplitud de técnicas enfocadas a evitar la concepción: fue común el uso de algunas hierbas que provocaban impotencia, como el tetexquilitl de carácter puramente masculino y el axoxoquilitl, recomendado para evitar la concepción en ambos sexos.
Al mismo tiempo, los habitantes originarios creían en las propiedades para provocar esterilidad y evitar el embarazo de los colibríes. Un anticonceptivo que resultaba mucho más efectivo porque inhibía la respuesta sexual era la carne de ocelote, recomendada ampliamente para los viudos, pues estimulaba la abstinencia y acababa con el deseo sexual ya que «enfriaba el cuerpo cuando estaba necesitado de mujer».
Otros métodos de la medicina tradicional prehispánica eran los brebajes a base de hierbas que tenían el potencial para evitar un embarazo no deseado. Y por último, la aparición de un colibrí (ave que representaba a Huitzilopochtli) del que se creía, su carne provocaba esterilidad.
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Tanto el control de la natalidad como la reproducción han sido cuestiones de suma importancia para las culturas antiguas, no sólo por la obviedad biológica, también por el componente social que influía de forma decisiva para determinar lo que era aceptado, aberrante y prohibido en cada civilización. Conoce lo que ocurría alrededor del mundo cuando nuestros antepasados intentaban “Saltar hacia atrás y otros métodos anticonceptivos en la Antigüedad” o descubre cuál era “El ritual sagrado de la masturbación en las culturas prehispánicas”.
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Referencias
Quezada, Noemí, “Métodos anticonceptivos y abortivos tradicionales”, Anales de Antropología Vol. 12, no. 1, UNAM, 1975.