Los avances tecnológicos nos han permitido conocer mejor el mundo que vivimos, no solo el que nos rodea en este momento, sino también el del pasado antiguo que no pudimos presenciar de primera mano. Es gracias a uno de estos avances que logramos recuperar un poco de nuestro pasado milenario cuando especialistas de la compañía Parabon Nanolabs presentaron este septiembre el rostro reconstruido de tres jóvenes egipcios que caminaron la tierra hace más de 2 mil años.
Reconstrucción a base de ADN
Los miembros del equipo, liderados por la doctora Janet Cady, lograron procesar las muestras de ADN en el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y la Universidad de Tübingen en Alemania.
El minucioso proceso fue posible gracias a los avances en el campo de bioinformática, pues en el pasado reconstruir genotipos desde muestras tan viejas y minúsculas de ADN era imposible o, cuando menos, un proceso complicado y poco preciso. Sin embargo, el nuevo método de imputación demostró resultados sorprendentes, y la Dra. Cady asegura que con esta nueva tecnología será posible abordar las muestras más desafiantes, ya sean forenses o antiguas.
Rostros del pasado
Con el nuevo proceso, el equipo de investigadores logró determinar la antigüedad de las muestras, la pigmentación que tenían los jóvenes, la forma de sus rostros, su ascendencia e incluso su edad aproximada.
Así, determinaron que cada momia tenía alrededor de 25 años y las tres habitaron la comunidad de Abusir el-Melek, en la ribera del Nilo, en épocas distintas: El primer joven, nombrado JK2134, vivió entre 776 y 569 a.C., el segundo, llamado JK2888 entre el 97 y el 2 a.C., y por último está JK2911, que vivió entre los años 769 a 560 a.C.
Curiosamente, la reconstrucción de sus rasgos y ascendencia también reveló que las momias se parecían más a los actuales habitantes del Mediterráneo y Oriente Medio que a los mismos egipcios de hoy en día.
Una tarea que se consideraba imposible
No es la primera vez que el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y la Universidad de Tübingen unen fuerzas para investigar el genoma egipcio, ya en 2017 llevaron a cabo otra investigación con el propósito de estudiar la ascendencia de los egipcios actuales.
En ese entonces querían “comprobar si la conquista de Alejandro Magno y otros poderes extranjeros dejaron una impresión genética en la antigua población egipcia”, como lo explicó Verena Schuenemann, líder de aquella investigación.
Lo que encontraron fue coherente con los nuevos descubrimientos del estudio de Janet Cady: los antiguos egipcios estaban más relacionados genéticamente con las antiguas poblaciones del Levate mediterráneo y las poblaciones neolíticas de la península de Anatolia. Por su parte, los egipcios actuales tienen en un 8% más relación con las poblaciones africanas subsaharianas que con sus mismos antepasados de la región.
Ninguno de estos estudios hubiera sido posible si no se hubiera superado el escepticismo previo al analizar pruebas de ADN tan viejas, pues la norma decía que era casi imposible obtener muestras fiables de ADN debido al deterioro que los restos sufrían por el calor y la humedad de Egipto, además de los químicos usados en la momificación.
Afortunadamente, los científicos no se rindieron, seguros de que debía haber una forma de obtener buenas muestras, y su perseverancia rindió frutos los cuales podemos ver hoy en día con los rostros reconstruidos de nuestros amigos de hace 2 mil años. Poco a poco, el pasado vuelve a nosotros para que seamos testigos de él.
*Con imágenes de: RT, Vix, Timis Local News