Camina lejos de tu sombra.
Estás perdido,
dobla el camino como almohada
y afelpa con grato rumor
las esquinas de tu refugio.
Este camino no existe aún
porque tus pasos no le han dado nombre,
no lo han señalado con la punta del zapato
ni le han tocado un pelo de su larga cola.
Estás donde todo vuela sin alas y sin aire.
Es donde todo crece sin tierra y sin prisa;
es donde ninguna mirada ha posado su mariposa.
Estás perdido pero sin el peso de la incertidumbre,
el vértigo natural de lo inanimado y vertical.
La contemplación es una fiel pieza de relojería,
que puntual te dice donde poner tus manos.
Enero, 2015.
Daniel A. J. S.