Los carros andando sobre la séptima mientras tú y yo, en estas cuestiones de descansar, con gesto de acontecidos y sentados en el andén con tantas ganas de mirarnos a las caras, tomarnos un auto retrato dos o hasta tres veces para garantizar que por fin hemos salido lindos ¿Que para qué? Yo qué sé, igual esas fotografías se pierden en la memoria de una cámara cualquiera. Sentados, sí mi amigazo del alma, porque contigo sólo vine a tomarme un par de polas, uno que otro traguito de guaro, aquí, los dos en esta calle de frente a la tienda donde acabábamos de llegar cuando me dijiste que no querías hablar, la señora que atiende ese letrero ya nos conoce y nos abre paso por un callejón oculto para que nadie nos joda mientras nos tomamos esos guaritos, pero hoy no nos importa nada y por eso estamos aquí sentados, mirando un poco a la gente que se encuentra atravesando nuestros mismos dilemas, embriagándose, nicotina gastada, papel o lo que sea, no sé; mira por ejemplo esas dos nenas, parecen unas muñequitas con sus capules rectos hasta sus cejas, sus botines amarrados con tacones altos, sus pantalones ajustados. Qué lindas ese par de muñecas que en este momento se están tomando una botella y que seguramente irán para donde nosotros vamos a terminar la noche, lo presiento amigazo, o para donde iban los señores en el Dauphine amarillo por la ruta de las colinas; nunca había visto gente de esas edades y de ropas elegantes en tan cuestionable plan en la ruta de las colinas. Amigazo, aquí todo pasa con tranquilidad, montados en este segundo piso sin techo, tú y tu vaso de coca-cola lleno de whiskey a la roca, mirando en panoramas, fijándote en las piernecitas regordetas de los cuadrúpedos “rouler”, las luces, y yo mirando tu sonrisa, un Pepe grillo con sombrero, los deseos de quererme, y por fin me agarras la mano mi amigazo, me paras de esta silla; en el piso sólo estamos los dos y allá, sentadas en el andén, el par de muñecas con una tercera botella gastada, lista y nosotros dos acá, dispuestos a brincar para quemar el trago, solitarios en este piso térmico hasta superior, mirándonos la sonrisa y las risas de carcajadas, adivinando las pintas y los colores de las cartas de póker y compartiendo el último cigarrillo de la cajetilla de veinte.
BOGOTÁ D.C.
polas: cerveza
Álvaro Díaz es un joven escritor colombiano que estudia en la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente reside en la ciudad de Bogotá. Álvaro combina sus estudios en química con su gusto por la escritura, principalmente cuentos.