La muerte puede ser la más grandiosa de todas la bendiciones humanas
—Sócrates
Podría decirse que la manifestación de la cotidianidad en la sociedad es que a nadie le sorprende que alguien fallezca. Al fin y al cabo, mientras vives, comes, ves TV, revisas Facebook, te tomas selfies para Instagram o simplemente lees esto, hay alguien que está muriendo. Las personas están tan inmersas en su realidad que por instantes también olvidan su existencia. Día tras día, tal vez te levantas asqueado de tener que despertar y saber que otra vez harás lo mismo de la jornada anterior, sin nada nuevo que te sorprenda. Sin embargo, los golpes de suerte pueden llegar y de repente sólo transforman tu entorno. Llega un punto en el que no entiendes cómo ni por qué, solamente ha sucedido y es ese instante en el que sabes que nada volverá a ser igual. Una de las mejores novelas del escritor portugués José Saramago, para muchos el último genio de la literatura universal, aborda este tema con sutil maestría. Se trata de Las intermitencias de la muerte (2005).
Saramago, autor de una obra que te hace comenzar a comprender los errores que condenan a la raza humana, ha escrito libros con tramas interesantes sobre la vida social, un ejemplo de esto es Ensayo sobre la ceguera, que retrata el individualismo irracional de las personas. Con un poco de escepticismo en sus historias y rompiendo las reglas gramaticales y de puntuación, ha logrado despertar mundos llenos de análisis y criterio. Bajo este concepto, Saramago presentó su libro Las intermitencias de la muerte, el cual se sitúa en un país cuyo origen es desconocido en el que acontece una gran noticia: durante un día no murió nadie. ¿Pero cómo es eso posible? ¿Acaso la muerte tomó un descanso de su ajetreado trabajo? ¿La muerte también murió?
En Las intermitencias de la muerte se dan cita diferentes historias dentro de un contexto social donde para muchos ser inmortal es un suceso trascendente, lo que evidencia el comportamiento humano y la manipulación a la que son sometidos. Los temas abordados en este libro reúnen muchos aspectos en el que la realidad supera la ficción y el caos es aprovechado por otros como una vía de negociación, en la que cruzar la frontera será la única forma de volver a la normalidad. Con un gran uso de la retórica, esta prodigiosa historia evidencia los intereses de los altos poderes, los medios de comunicación y la influencia de la Iglesia católica, que ve como una amenaza que no haya muerte, pues sin ella no hay resurrección.
La muerte en todos sus trazos
Al hace a un lado todo el drama que desencadena la existencia del ser humano en torno al ciclo de la vida, el lector puede caer en cuenta de que todo sucede de repente y sin previo aviso, sin un sobre morado —como se relata en la novela— que prevenga a las personas del deceso final. La muerte como tal es incomprensible: nadie sabe si es una sola o hay una muerte para cada persona, objeto, situación, ambiente, etcétera.
La temática de inconformidad y aspiración por la inmortalidad se percibe en los habitantes de la desconocida nación. En la segunda parte de la historia se aprecia un extraño y alucinante amor entre la vida y la muerte, siendo el punto central la existencia de un violonchelista quien por algún extraño motivo nunca recibió el sobre de la muerte.
El intrínseco hecho provocará tal inquietud en la muerte, que debe ser ella misma quien deba subir a la tierra y averiguar por qué su carta no llega a su destinatario. Tras una serie de sucesos, sólo ocurrirá una cosa: al día siguiente no muere nadie.
Las intermitencias de la muerte hace referencia a la interrupción de la muerte y los estragos que provoca en la vida de las personas, pero sobre todo: es una aventura llena de suspenso, intereses políticos y religiosos, y la intuición humana que sobrepasa los límites: el amor.
Escrito por Candy Grajeda
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Si quieres comenzar a adentrarte en la obra de este autor, premio Nobel de Literatura en 1998, no puedes dejar de leer Las intermitencias y de la muerte y otros libros para entender el amor, la vida y la soledad.