Las rocas le enseñaron el camino…
Las recolectaba e imaginaba cómo los “antiguos” (así les llamaba a los fósiles humanos de antaño) escribían en piedras lisas de brazos abiertos, sabias receptoras de angustias existenciales, cuyo único propósito era el de inspirar a los garabatos humanos…
Así, con roca en mano y la ayuda de una lágrima alada, se crearon una existencia. El proceso frágil y doloroso, el de esculpirse minuto a minuto mientras los devoraban los segundos y las horas;
el futuro.
La fotografía que acompaña esta publicación fue tomada por el autor del poema.