Muéranse con todo y sus besos,
con todo y sus manos enredadas,
con su catorce de febrero.
Muéranse con sus abrazos,
asfíxiense,
regálense sus ojos el uno al otro,
quédense ciegos por tanto amar,
sordos de tantos besos en la oreja.
Lárguense de aquí y llévense sus mordiscos a otros lados,
cosan las fisuras de sus labios y sufran,
o peguen sus lenguas por siempre.
Háganse atemporales
para que se quieran y se odien
y se quieran y se odien
y se amen y estén juntos
por lo que dicen ustedes siempre.
Lárguense con sus manos de hormigas
y sus cabellos tiernos
que dan para dormir a todos,
y sus flores váyanse con ellas a otra parte,
allá en el abismo del paraíso
donde todos ustedes están,
parejas felices.
Muéranse,
pero dejen sólo un poco de amor
entre nosotros,