Hay placeres que son silenciosos, sutiles. Se viven en la complicidad de las sábanas sin hacer escándalo, porque sólo requieren de las miradas penetrantes de quienes se aman para sobrevivir.
En los siguientes poemas de la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi (1941), el placer es un volcán lento, aún sonámbulo. Un volcán que con el mínimo roce provocará una catástrofe en medio de la noche de la que ningún amante saldrá intacto.
LA PASIÓN
Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
Y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.
ERÓTICA
Tu placer es lento y duro
viene de lejos
retumba en las entrañas
como las sordas
sacudidas de un volcán
dormido hace siglos bajo la tierra
y sonámbulo todavía
Como las lentas evoluciones de una esfera
en perpetuo e imperceptible movimiento
Ruge al despertar
despide espuma
arranca a los animales de sus cuevas
arrastra un lodo antiguo
y sacude las raíces
Tu placer
lentamente asciende
envuelto en el vaho del magma primigenio
y hay plumas de pájaros rotos en tu pelo
y muge la garganta de un terrón
extraído del fondo
como una piedra.
Tu placer, animal escaso.
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