Decía Jorge Luis Borges que somos nuestra memoria, ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos que dan forma a lo más preciado de la vida: nuestro recuerdos, las cadenas que nos atan o liberan de lo que nos duele, nos vibra, nos mata o nos hace avanzar. La memoria, entonces, se convierte en productora de identidad en el individuo, pero su exceso de recuerdos incontrolables nos vuelve sus prisioneros.
Los poetas son, quizá, los eternos prisioneros de la memoria, porque ellos más que nadie pierden la posibilidad del olvido, pero seguramente no les importa, porque su fascinación por recordarlo todo se volvió su forma de vida.
La poesía, en torno a la memoria, parece explorar los extremos para evidenciar posibilidades de la experiencia con el pasado en los individuos. Esos pasados tormentosos, esas piedras que se niegan a soltar el tobillo, la muñeca o lo que sea y los ancla como una astilla que se resiste a soltar el barco.Esta es una celda en la prisión de tres poetas atados a su memoria: el doloroso amor de Jennifer Gómez nos desgarra el alma; las risas fuertes de Karla Palacios nos recuerdan no alimentar más a la memoria con el pan de cosas vacías y a Jason Corchuelo se le acaba la tinta de tanto recordar.
Disfruta estos tres poemas sobre la memoria y comparte con nosotros los verdugos que habitan la tuya.

Memoria
(Jennifer Gómez)

Escucho las risas fuertes
Escucho las risas fuertes,
atesoro el olor a algodón de azúcar,
aún me mareo en la mente,
veo la fila para la rueda de la fortuna.
Veo a las niñas en los juegos de azar,
a mi madre junto a papá.
Memoria asesina a sueldo
de falacias y cuentos.
Imaginación de infante
recuerdos de viejo
memoria de elefante
rencor de usurero.
Toco sin razón los caramelos,
mis manos sudan,
los payasos ya no me dan miedo,
tengo la edad en que los dientes mudan.
Huelo a pubertad y a niñez,
mezcla de palomitas y alcohol,
circo, feria y diversión;
papá y mamá han muerto otra vez.
Atención en cada pensamiento,
vida en cada evocación,
memoria que mata el deseo
de ser un niño de nuevo.
Si la memoria te duele
con utopías y fantasías
ya no la alimentes
con ese par de cosas vacías.
Acércate niño a mi regazo,
somos uno en el presente,
tu memoria es mi recuerdo
en esta feria del presente.
(Karla Palacios)
Se me acaba la tinta
Memoria del mañana, la que ayer construimos,
un anhelo desgastado cuando ya no estás conmigo.
Neva y llueve.
Me hacen falta tus caprichos.
Tu dulce olor a vino.
Astronauta vine siendo, caminando en tus lunares,
hoy ya no es lo mismo.
No vienes a buscarme.
Fragancias olvidadas, llenas de pasión y desenfreno
algo que inició y que nunca tomó vuelo.
Húmeda es la tierra que me recuerda a tus labios,
esa tu mirada que hipnotizaba hasta el más loable santo.
No me basta la memoria, no me da para más nada:
ni para dibujar tu silueta, esa utopía.
Se me acaba la tinta, se me acaba la vida
hoy las hojas se desgastan y me muero de la dicha.
De tus caderas soy un náufrago;
El vino en tu vientre es mi efímero pecado.
Vida apasionante, tus memorias mi legado.
(Jason Corchuelo)
Exaltamos aquello que nos recuerda que estamos vivos: el amor, la tristeza y la poesía son compañeros que siempre van de la mano, de la cabeza...del corazón, por eso te recomendamos algunos Poemas escritos con el lado oscuro del corazón para 7 noches trágicas.
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Las imágenes que ilustran los poemas pertenecen a la fotógrafa Laura Zalenga, conoce más sobre su trabajo en su cuenta de Instagram.
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