El 24 de abril de 2013 un edificio de ocho pisos se derrumbó sobre los empleados de una fábrica textil en la que se producían prendas para múltiples marcas occidentales. El derrumbe provocó la muerte de más de mil personas e hirió a más de 2 mil. Evidentemente el Rana Plaza, en Bangladesh, se desplomó sepultando cientos de muertos debido a múltiples fallas de seguridad y a la falta de condiciones laborales elementales. A partir de ese día y, sobre todo después del lanzamiento del documental “The True Cost” de Andrew Morgan, la industria de la moda no volvió a ser la misma ante los ojos de millones.
El descubrimiento de todas las verdades, no sobre la moda sino sobre la industria a su alrededor, dio pie a diversos movimientos que pretendían desenmascarar a las marcas y fábricas que explotaban a un sinfín de empleados de la manufactura textil en distintas partes del mundo. Condiciones precarias, sueldos injustos y otras adversidades son las que sufren miles de trabajadores en las enormes producciones para el comercio del fast fashion. Sin embargo, culpar a la moda y todo el trabajo creativo detrás de ella no es del todo justo ni lógico. El consumidor es quien, a partir de su desinformación y premura, alimenta estos guetos laborales.
Esta realidad obviamente incomoda, pero no es la única razón por la que, a veces, lo que compramos simplemente no te hace sentir a gusto. Puede que ya te hayas dado cuenta de qué es lo que no te permite sentirte cómoda con la ropa que compras; si no es así, analiza los siguientes puntos para entender cómo es que el consumo excesivo, la publicidad con contenido sexual explícito, la deshumanización, los gastos irresponsables, entre otros elementos, influyen en la forma en que eliges cada prenda en cualquier tienda.
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5. La industria de la moda está específicamente diseñada para hacerte sentir fuera de tendencia
Anteriormente sólo existían dos temporadas durante las cuales, cada tienda actualizaba su colección: primavera/verano y otoño/invierno. Actualmente, estos cambios se hacen hasta cuatro veces a la semana, pues existen más de 50 microtemporadas al año. Esto sucede porque el fast fashion intenta convertir al consumidor en una máquina que use, deseche y vuelva a comprar, una y otra vez. Por ello, los precios de las tiendas más populares son tan asequibles; su producción se basa en un modelo de alto volumen y baja calidad.
El resultado de esta relación y su acelerado ritmo, es ese sentimiento de inconformidad en el consumidor. Es decir, tú ahorras, eliges entre decenas de opciones lo que quisieras usar, lo compras y aún cuando no lo has sacado del clóset, los maniquíes de los aparadores ya tienen puesto algo nuevo.
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4. Toda la ropa que compras tiene residuos de plomo y otros productos químicos
De acuerdo al Centro de Salud Ambiental de Estados Unidos, muchas marcas y cadenas de ropa venden prendas, calzado y accesorios con una cantidad de plomo considerable. Ésta es completamente legal; sin embargo, la acumulación de este elemento químico en los huesos puede causar daños durante el embarazo, o bien, provocar infertilidad y aumentar los riesgos de ataques cardíacos.
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3. Los descuentos no son reales
Las adictas a las compras o las expertas en moda no escatiman al momento de invertir en su guardarropa; no obstante, la idea de visitar centros especiales de descuentos como outlets o las mismas tiendas en rebajas, sólo se trata de una estrategia de la mercadotecnia. Lo que en realidad sucede es que otras fábricas se encargan de manufacturar bolsos, zapatos, accesorios y ropa de menor calidad para sólo poner etiquetas de diseñadores o firmas lujosas en ellas. No se trata de verdaderos descuentos, sino de prendas de baja calidad, con algunos defectos y una mano de obra distinta y más barata a la original.
Tal vez esa sea la razón por la que nunca logras que tu outfit se vea exactamente igual al del cover de una revista de moda.
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2. La calidad y durabilidad de tu ropa es realmente corta
Las tiendas en donde todas compramos compiten codo a codo, por lo que sólo puede ganar la que tenga los precios más bajos. Por esa misma razón los tejidos y la confección de las prendas en serie son bastante frágiles. La única preocupación de estos establecimientos es vender los millones de productos que fabrican al año, sin importar cuánto duren ni cómo se vean. Obviamente, estas fibras sintéticas no son las mejores para crear un look sofisticado y cómodo.
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1. Las piezas en serie jamás consiguen acabados perfectos
El bordado, las lentejuelas, plumas y todos los ornamentos que lleve una prenda suelen hacerse por trabajadores informales, más no profesionales en la materia. El trabajo artesanal de diseñadores locales, o bien, la inversión de firmas Haute Couture en diseños hechos a la medida, jamás serán igualados por el trabajo detrás del fast fashion o el low cost.
Intentar un atuendo con sólo prendas básicas es posible, pero éste jamás será impecable y tampoco te sentirás completamente cómoda, pues la industria comercial sólo ofrece tallas y cortes estándar.
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No todo es culpa de la producción en serie, pues es completamente posible armar un look increíble a partir de la combinación de prendas de bajo costo, algunos diseños locales, accesorios artesanales y calzado o bolsos de diseñador. Por ello es importante saber en qué invertir y cuándo optar por algo económico y de menor calidad. Sólo lograrás sentirte cómoda con la ropa que compres cuando aprendas a ser un consumidor responsable, pero también una fashionista que busca más opciones que las que ofrecen las tiendas departamentales y la publicidad.
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Referencias
BBC
Fashion Bits