Autor: Ciro Medina
Hace una semana se compartió en esta plataforma un trabajo sobre un hecho ocurrido en Londres. El suceso en cuestión fue capturado en video y se difundió por medio del canal en YouTube de la banda estadounidense Green Day. El material es sencillo pero elocuente: una multitud, en la previa a un concierto del trío de punk, empezó a corear espontáneamente una de las canciones más insignes del rock y de toda la historia de la música: “Bohemian Rhapsody”, de la mítica banda inglesa Queen. El momento describe no sólo la excelencia de un éxito del rock, sino una pasión que desata a pesar de los años y que trasciende incluso a sus creadores. Como bien lo señaló el autor de dicho artículo: solamente una banda como Queen puede hacer enloquecer a un gentío sin tocar, sin estar ahí. No obstante, sin ánimos de desestimar la verosimilitud en esa afirmación, no es justo generalizar. ¿Dónde dejan a Bob Marley?
Como el deporte, la música deja huellas en la historia. Cuando ambos se unen el resultado puede ser incluso mejor. ¿El contexto? La Copa UEFA de la Liga Europea, temporada 2011-2012. La fecha exacta es 23 de febrero de 2012, día en el que se enfrentaron el Ajax, de Holanda, y el Manchester United, de Inglaterra. Aunque 7 mil fanáticos del Ajax no se comparan con la multitud que fue a ver a Green Day en el British Summer Time, en Londres, el momento es poéticamente conmovedor.
Bob Marley es sinónimo de reggae, por no decir que es la definición por excelencia. Y aunque para algunos “auténticos fanáticos del género”, además de él hay otros de “más relevancia” que no pueden faltar en una lista, nunca está de más revisar qué otros artistas y cantantes lo acompañaron en su periplo o siguieron su legado. En todo caso, el tema de fondo es que la música del gran Bob sigue causando sensación y encontrando su camino en las situaciones más inverosímiles para alegrar y mover las entrañas del colectivo.
En el documental Marley (Kevin Macdonald, 2012), sobre la vida del cantautor y activista social jamaiquino, se reseña un episodio ocurrido durante su gira por Zimbabue. En 1980 varios artistas de talla internacional se habían congregado en el Rufaro Stadium para celebrar el Independence Festival, un evento que amenizaría la relativa calma previa al cambio que estaba experimentando la nación africana, con un historial de colonización, abusos y segregación racial. Durante el concierto de Bob Marley & The Wailers las fuerzas policiales lanzaron bombas lacrimógenas, por lo que muchas personas, incluidos los integrantes de la banda, comenzaron a retirarse, pero el rey del reggae continuó cantando y bailando como si nada, embebido en su música y su presencia en escena. La anécdota es testimonio de su compromiso artístico y de la firmeza de sus convicciones. No es de extrañar que semejante personalidad artística transmitiera tantas pasiones a lo largo de los años.
Por si fuera poco, los holandeses no son ajenos a la figura de Marley. En 1976, por sólo dar un ejemplo, el jamaiquino se presentó en televisión nacional. Consecuentemente daría varios conciertos en Ámsterdam. El ídolo global falleció el 11 de mayo de 1981.
El 23 de febrero de 2012, el genio de la cabina de control del Old Trafford, en Mánchester, puso a sonar “Three Little Birds”. El tema, uno de los más conocidos de Marley, perteneciente a su álbum Exodus (1977), es un verdadero himno a la paz y a la serenidad. Eso es justamente lo que transmite. Su repetido uso de las frases “Don’t Worry About A thing” y “Every Little Thing is Gonna Be Alright” proponen además un ejemplo. Los fanáticos del Ajax, contentos por el resultado a favor (2-1), se la cantaron a los del Mánchester. ¿Sarcasmo? Tal vez, pero el coro retumba como un canto de sentimiento verdadero. En todo caso, que viva Bob Marley, uno de los mejores compositores e intérpretes de la historia de la música.
Bob Marley cambió el mundo en muchos aspectos. Abrió las puertas de sonoridades diversas para un público que no tenía ni idea de lo que se le avecinaba. Asimismo derrumbó prejuicios e instauró pensamientos que transgreden lo convencional.