*El sueño mayor, casi inalcanzable de esta corriente tecnocientífca, es lograr desafiar a la muerte y la decadencia del hombre cuando éste llega a sus últimos años de vida.
La línea que divide un futuro dominado por la tecnología es muy delgada. Hace un mes, Facebook dio un paso gigante y cruzó esa frontera: 26 editores de contenido fueron sustituidos por un algoritmo.
Y entonces la memoria nos remite a una serie de eventos en el pasado que fueron motivos de revolución, de cambios sociales, económicos y políticos: la Revolución Industrial.
Antes las máquinas de vapor, ahora el internet y la automatización. “Que vivas tiempos interesantes”, recita un proverbio chino. Pero esas palabras más que una advertencia son una maldición.
Hoy vemos cómo la fuerza laboral empieza a ser sustituida por las máquinas. Uber y muchos servicios de transporte han comenzado a experimentar con automóviles y camiones que ya no necesitan choferes.
Las guerras ahora se libran mediante drones que bombardean aldeas de manera indiscriminada sin distinguir a civiles de rebeldes armados. En las redacciones los periodistas están siendo sustituidos por redactores robots.
La medicina no ha quedado rezagada. El objetivo de la tecnología siempre ha tenido como finalidad el bienestar humano. Y hoy empezamos a ver los resultados.
El término que se le ha asignado a la combinación de conocimientos médicos y biológicos es el de biohacking. Un segmento encargado de llevar el cuerpo humano a límites impensados.
Hoy, por ejemplo, un grupo de científicos están diseñando un microchip que tiene como propósito cambiar el mundo para las personas que sufren de Alzheimer; la enfermedad del olvido.
Estos chips implantados intentan replicar la forma en que las células del cerebro se comunican entre sí. Un cerebro sano convierte las situaciones presentes desde la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo a través de señales electrónicas. Éstas disparan un código específico único para cada persona, asemejándose a un comando de software.
El ‘bio-hacking’, a medio camino entre la ciencia tradicional y la ciencia ficción, se sustenta en la idea de que es posible diseñar y programar el cuerpo humano como lo haríamos con un software.
El sueño mayor, casi inalcanzable de esta corriente tecnocientífca, es lograr desafiar a la muerte y la decadencia del hombre cuando éste llega a sus últimos años de vida.
Aunque esta corriente, como en el pasado, siempre enfrentará dilemas éticos y morales de si las máquinas deben sustituir el criterio humano o si deben predominar con el objetivo de hacernos el mundo más fácil y a su vez, automatizado.
*Con información de Ticbeat