Parece que en algunas naciones europeas el tiempo jamás avanzó. Se quedaron atrapadas en las épocas hitlerianas, heredaron prácticas xenófobas, racistas y discriminatorias del nazismo. Los neonazis continúan mezclándose en la sociedad y hay gobiernos autoritarios que adoptan los preceptos que guiaron a Adolf Hitler en sus quehaceres de limpieza racial.
Los campos de concentración, esas construcciones infernales de tortura, masacre y esclavitud, no son cosa del mundo belicoso de la Segunda Guerra Mundial. En Chechenia, República de la Federación Rusa, en Europa del Este, los homosexuales son los nuevos judíos, perseguidos, secuestrados, hacinados y torturados en los sitios de aglutinación.
Nóvaya Gazeta, diario local independiente de oposición rusa, denunció mediante un reportaje que el presidente Ramzán Kadirov permitió el arresto (“rapto”) arbitrario de alrededor de 100 hombres “en conexión con su orientación sexual no tradicional o sospecha de la misma” y quienes terminan en campos de concentración, prisiones secretas en el pueblo de Argún, donde son forzados a abandonar el país o ser asesinados.
Los antaños complejos militares se han convertido en sitios de tortura e interrogatorios violentos. En el primer caso, los victimarios incluyen métodos con electrochoques, golpizas e incluso les piden un rescate para ser liberados. Las autoridades a cargo del campo presuntamente obligan a los detenidos a proporcionar nombres de más homosexuales para capturarlos y también se alega que pueden existir más campos similares en otras regiones de Chechenia.
Hasta el momento, presuntamente tres personas ya han perdido la vida a manos de los persecutores, mientras que más de un centenar han sido secuestrados hasta el momento, datos que han sido confirmados por el Servicio Federal de Seguridad, fuentes gubernamentales y activistas de la comunidad homosexual.
Estas persecuciones, que tienen el objetivo de “limpiar” las calles de todo gay (aseo con todas las marcas de Hitler), se desató después de que un grupo activista que lucha por los derechos de la comunidad LGBT en Moscú, llamada GayRussia, empezó a manifestarse en ciudades provincianas, en las cuales abundan los homofóbos.
Esta horda de racistas, entonces, inició una “barrida preventiva”, una cruzada en todo el territorio checheno. Los engaños burlones también formaron parte de las estrategias que usaron durante la montería: los homosexuales “de clóset” eran buscados por otros hombres que se hacían pasar por gays en busca de parejas en las redes sociales.
El gobierno de Kadirov ha negado todas las acusaciones y afirma que no tienen conocimiento de ningún campo de reclusión para hombres con orientaciones sexuales “no tradicionales”. Sin embargo, los reporteros del rotativo local afirman que el mandatario, incluso, ha visitado el campo junto con otros funcionarios.
Las acusaciones, afirma el Presidente, son del todo falsas porque en su territorio no pueden existir campos de ese tipo porque, en primer lugar, ni siquiera pueden detener a personas que “no existen en el territorio”. Si “personas así” existieran en Chechenia, las fuerzas del orden público no tendrían que preocuparse de ellas: “Sus propias familias se encargarían de enviarlas donde no pudiesen volver”.
De acuerdo con Dazed, Rusia tiene leyes muy severas contra la comunidad LGBT, que incluye la circulación de propaganda que desprecia y descategoriza a los homosexuales. Un reporte de Amnistía Internacional confirmó que se llevaban a cabo “asesinatos de honor” en las regiones más conservadoras de Chechenia. Las personas que asesinan a algún familiar homosexual son tratadas con “consideraciones” por el gobierno y las autoridades a cargo de los casos.
Las denuncias de Nóvaya Gazeta llevaron a la Unión Europea (UE) a pedir investigaciones eficaces y exhaustivas sobre dichas demandas, ya que las prácticas podrían estarse replicando en otras partes del país.
La herencia social, política, cultural e ideológica de los movimientos racistas y de “limpieza” étnica y de minorías es un fenómeno que aunque permanece oculto o sólo se conoce por la información extraoficial que circula (los periodistas rusos también son fuertemente castigados si difunden cualquier tipo de información que vaya en contra del régimen) ha permitido un comportamiento gubernamental que se asemeja al de la Edad Media.
Acciones cavernícolas y primitivas que rechazan los derechos humanos fundamentales de los que toda la población debería poder gozar. El nazismo no ha muerto del todo.
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