El Juez Porky, Plaqueta y la hipocresía de las redes sociales

Enojo, indignación y coraje fueron los sentimientos que inundaron las redes sociales el martes 28 de marzo. No era para menos: el juez tercero de distrito en el estado de Veracruz, Anuar González Hemadi, decidió conceder un amparo para Diego Cruz Alonso, quien está acusado de pederastia por abusar sexualmente de Daphne Fernández, una estudiante,

Eduardo Limón

El Juez Porky

Enojo, indignación y coraje fueron los sentimientos que inundaron las redes sociales el martes 28 de marzo. No era para menos: el juez tercero de distrito en el estado de Veracruz, Anuar González Hemadi, decidió conceder un amparo para Diego Cruz Alonso, quien está acusado de pederastia por abusar sexualmente de Daphne Fernández, una estudiante, menor de edad cuando sufrió el abuso.

En el país de los amparos, donde ese recurso jurídico se utiliza para tener tiempo suficiente para huir de la justicia esta noticia no era algo novedoso, pero sí indignante. Sin embargo, la chispa que encendió la pradera fue cuando se divulgaron los argumentos por los cuales un juez concedió el amparo.

“Solo se da noticia de un hecho de tipo sexual (por la parte del cuerpo) en donde existió el tocamiento, pero no se aprecia esa intención de satisfacer placeres sexuales o el erotismo propio del activo, o de un apetito carnal inmoderado, pues es un hecho que se dio instantáneo, en un solo momento, sin expresar palabra alguna”, es lo que se lee en el fallo del Juez González Hemadi.

“Le tocó los senos, le metían sus manos debajo de la falda, y (Cruz Alonso) introdujo sus dedos por debajo del calzón y se los introdujo en la vagina, pero no observa una intención lasciva ni intención de copular”, describió el juez en su resolución. “Por lo que lo sucedido no se considera un acto sexual ni intención lasciva, sino un roce o frotamiento incidental”.

En pocas palabras, el juez no concedió que se trate de abuso sexual, porque el hombre, Diego Cruz, no la penetro, sólo la tocó pero no tenía ganas de tener relaciones con ella, además que fue un acto momentáneo y no hay pruebas de que esos tocamientos hayan servido para satisfacer el deseo sexual.

Al juez se le olvidó que si una de las dos partes involucradas en actos sexuales dice “no”, es NO, y no es necesario utilizar el pene para violentar sexualmente a una mujer. La violencia va desde las palabras hasta el asesinato, y en cualquier grado debe ser castigada y se debe trabajar para que se erradique de nuestra sociedad.

Esto provocó que los usuarios de Twitter sacaran sus más afilados comentarios, imágenes e ilustraciones, mostraron su enojo y con justa razón. Vaya, es casi aplaudible que la reacción inmediata hubiera girado en torno a la protección de una mujer que acudió a las autoridades esperando justicia y lo que recibió fue una cachetada administrativa que amenaza con dejar en libertad a uno de los jóvenes que se sintió protegido por su familia y apellidos, que se sintió poderoso y se sintió dueño de la voluntad de una mujer.

Pero las redes sociales son de humor voluble, que un día se unen para defender a una mujer y al otro desquitan sus frustraciones atacando e insultando a otra, una que también sufrió violencia, acudió a las autoridades y fue juzgada de “exagerada”.

Hagamos memoria…

El 15 de marzo, Tamara de Anda, conocida en redes sociales como “Plaqueta” y reconocida por ser una de las personas que inició el “boom” de los blogs en México, anunció en su cuenta de Twitter que acudiría con un Juez Cívico de la Ciudad de México para denunciar a un taxista que la había acosado.

El sujeto le gritó “guapa” mientras iba caminando por la calle y ella decidió no quedarse con el coraje, la impotencia y el miedo que acciones como ésta, le provoca a las miles de mujeres que sufren este tipo de violencia diariamente en las calles del país.

Pidió ayuda a una patrulla, quienes la invitaron a levantar su denuncia y ella accedió; el juez determinó que el taxista había incurrido en una falta administrativa y le ordenó pagar una multa. Fin de la historia.

¿Cuál fue su error? Aparentemente, publicarlo en redes sociales.

Una horda de seres con nula comprensión y empatía se dedicaron a insultarla y atacarla, tachándola de exagerada y cuestionando qué tan grave era que alguien en la calle le “coquetera” y le dijera que estaba guapa.

“Además ni estás guapa”, complementaban algunos sus mensajes. El volumen de tuits fue tal que incluso el hashtag #Plaqueta se convirtió en tendencia nacional, justo como ayer lo fue el hashtag “#JuezPorky”.

Algunos mostraban su apoyo y trataban inútilmente de explicar que todo se trata de respeto. Que gritarle cosas a una mujer o “piropearla” sin su consentimiento no es coqueteo, es acoso, es violencia, está tipificado por la ley y hay que denunciarlo para castigarlo y poco a poco erradicarlo.

Pero el machismo es más fuerte y el tema dio para que muchos hicieran chistes, memes y continuaran con su labor de destrucción contra la bloguera. “¿Dónde está la justicia para las verdaderas víctimas?”, reclamaban algunos, criticando que las autoridades hicieron bien su trabajo y le impusieron una multa al acosador.

¿Verdaderas víctimas? En este país todas las mujeres son víctimas del machismo. Miradas lascivas, sentirse inseguras de salir a la calle con falda, vestido o ropa entallada, con la ropa que les plazca. Víctimas de una sociedad que critica a las mujeres que exigen respeto, de las personas que usan términos como “feminazi” para insultar a quienes piden que los hombres las dejen de acosar, de atacar y de violentar.

Desde un “guapa”, hasta un feminicidio. Así de grande es el espectro de la violencia de género, aunque muchos se nieguen a reconocerlo. Violencia es violencia. Punto.

Pero las redes sociales, esta masa amorfa que asume el papel de juez inquisidor se olvida que el punto es respetar y su hipocresía se refleja día tras día, con juicios de valor, moralistas, extremistas, burlones y cobardes.

En su volatilidad, el enojo por el caso del ya bautizado “Juez Porky” se llevó al extremo de no sólo difundir la imagen de Anuar González Hemadi, sino también fotografías de su familia, incluyendo sus dos pequeñas hijas.

Sí, el juez concedió el amparo que pone en libertad a un violador con argumentos que rayan en lo absurdo, pero eso no es motivo para hacer vulnerables a dos menores de edad.

Vulnerables de personas que sólo esperan un motivo para desatar su odio en contra de inocentes; vulnerables de personas como Los Porkys, como los asesinos, como los violadores y como todos los acosadores que abundan en el país.

Pero así son las redes sociales; una masa voluble, hipócrita, que actúa en conjunto para destruir en lugar de construir. Los más triste y preocupante es que el comportamiento de las redes sociales es un reflejo fidedigno de la sociedad mexicana.

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