A principios de año, la Policía Nacional española, en el operativo denominado “Portu”,
intervino un enorme arsenal. Esta semana se hizo público el inventario, conformado por más de 10 mil armas: 9 mil fusiles tipo CETME, mil fusiles de “otras marcas”, ametralladoras antiaéreas, 400 granadas, pistolas y todo el material necesario para falsificar la información relacionada con las mismas (producción, distribución, comercialización).
El grupo que fue desmantelado en el operativo ejecutado con la ayuda de la Oficina Europea de Policía (Europol) en las provincias de Bizkaia, Girona y Cantabria, estaba conformado por cinco personas que vendían el armamento tanto al crimen organizado (narcotraficantes en su mayoría) como a grupos terroristas.
El diario El País revela que compraban legalmente las armas que, “por estar inutilizadas, estaban disponibles en el mercado por ejemplo, para coleccionistas”. Posteriormente se hacían de las piezas y herramientas necesarias para “reactivar” las armas y finalmente venderlas a alguna agrupación.
De acuerdo al ministerio de Interior español, el desmantelamiento se originó tras el inicio de una investigación y el “seguimiento de las armas empleadas por un terrorista en el atentado contra el museo judío de Bruselas el 24 de mayo de 2014″ y en el que murieron cuatro personas.
Posteriormente, las autoridades correspondientes llevaron a cabo alrededor de seis registros, que terminó con la desarticulación del grupo y la incautación de las miles de armas, cuyo inventariado fueron completando hasta ahora.
Los medios locales también informaron que en Getxo (provincia de Bizkaia) los policías encontraron “un sofisticado taller en el que manipulaban y reactivaban el armamento”, además de incautar maquinaria y herramientas, “así como instrumentos para modificar los números de serie de las armas y falsificar la documentación de las mismas”.
El ministerio de Interior también informó que las características de las armas intervenidas, “tanto por su calibre como por su capacidad de hacer fuego automático, unido al hecho de que eran distribuidas con unos sistemas de inutilización que las hacía fácilmente reactivables, hacían que tuvieran una fácil salida al mercado negro”.
Ese mercado, entonces, quizá habría sido uno de los más frecuentados por los miembros del crimen organizado y sobretodo por las organizaciones terroristas activas en Medio Oriente, que aprovechaban la cercanía con el país europeo y hacerse del armamento necesario.
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