El silencio siempre fue parte de su vida y callar se volvió recurrente para ella. Ensordecedora también era la violencia que en casa vivía de manos del que pensó era el amor de su vida. Laura reaccionó cuando su esposo la amenazó de muerte. Después de dos años, decidió que era tiempo de denunciar ante las autoridades el abuso que sufría no sólo ella, sino también sus dos hijos.
Cuando llegó a la comisaría de Morón, al oeste de Buenos Aires, Argentina, Laura, sorda de nacimiento, se percató que nadie estaba preparado para auxiliarla. No había un intérprete y mucho menos conocían el lenguaje de señas. Nadie pudo tomar su denuncia y regresó a casa para soportar dos años más de maltrato por parte de su cónyuge.
El caso de Laura reflejó las carencias del Congreso argentino para atender las denuncias de mujeres sordas y, además, provocó que se creara una iniciativa llamada “Sordas sin violencia”, con el objetivo de apoyarlas para erradicar la violencia de género en condiciones como las de ellas.
*Foto: Sordas sin violencia.
El problema no existe únicamente dentro de las leyes argentinas, sino también en el propio lenguaje a señas que utilizan estas mujeres de Morón. Los conceptos “violencia de género” y “machismo” no existen en las expresiones que ellas utilizan para comunicarse. Esto no sólo ellas lo padecen, sino también aquellas personas hipoacúsicas, es decir, aquellas que pierden con el tiempo la capacidad de oír.
«Sorda u oyente, la violencia es igual», afirmó Laura al diario español El País. «No sabía qué hacer ni a dónde ir». No hay leyes que las protejan y mucho menos campañas públicas que estén orientadas ni adaptadas a sus condiciones. Llamar a los números de emergencia es imposible pues el personal judicial y policial no está capacitado y los intérpretes prácticamente no existen.
Aunque se les designó a algunas de las víctimas un elemento conocido como “botón antipánico”, de igual manera deben entablar una conversación con quien les responde la llamada. Ester Mancera, psicóloga social fundadora de “Sordas sin violencia”, se percató de las carencias al recibir a una mujer sorda y no entender nada de lo que le interpretaba.
*Foto: Sordas sin violencia.
Mancera, junto a la mediadora Mariana Reuter y la intérprete de lenguaje de señas, Mariela León, crearon la organización ayudando a más de veinte mujeres sordas, entre ellas una mujer de 62 años, que desde los 30, sufría violencia por parte de su esposo. Él no dejaba que ella tomara clases de lenguaje de señas para que no pudiera revelar los castigos que sufría.
«La maltrataba desde que eran novios», relató Mancera. «Si no hay un intérprete, a las personas sordas denunciar les parece sospechoso porque es muy complejo», complementó Reuter. Ahora, el reto que tiene “Sordas sin violencia” es llegar a esas víctimas que por miedo no quieren denunciar la violencia de la que son víctimas.
Al no haber una seña que describiera este nuevo movimiento argentino, crearon una a partir de tres palabras: mujer, opresión y basta, conceptos utilizados en los últimos meses por parte de los argentinos, quienes quieren detener la violencia de género que va en aumento en el país.
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