Por mucho tiempo la han llamado la troll de las tortugas, su cresta verde al estilo mohicano amerita la comparación con aquellos juguetes noventeros. Ahora el cotejo sigue resultando gracioso pero, al parecer, los papeles se han invertido y el troleo al que han sido sometidas por los humanos cambia la sonrisa por una cara larga.
El desánimo no es para menos pues la tortuga Elusor macrurus, endémica del río Mary en Queensland, Australia, ya ocupa el lugar 30 de la categoría de reptiles en peligro de extinción de la Evolutionary Distinct and Globally Endangered (EDGE), una lista de la Sociedad Zoológica de Londres que advierte sobre el peligro de extinción de anfibios, aves, corales y mamíferos.
La tortuga de pelo verde es una especie cuyos miembros miden más o menos 40 centímetros y tiene la capacidad de permanecer hasta tres días bajo el agua, aunque eso no le ayudó a esconderse bien durante una década el siglo pasado, en la que los turistas y locales, en medio del jipismo, las capturaron como mascotas.
Durante la década de los 60 y 70 del siglo pasado, muchos se llevaban a las tortugas a casa como mascotas. (Foto: Australian Geographic)
La entrada en la lista de animales en peligro de extinción de esta tortuga no sólo es triste, sino que hace evidente las dificultades de conservación que sufren en general los reptiles, pues los cuidados para estos son más costosos y complejos de resolver, a diferencia de aves y otros mamíferos.
Fuera de la mala broma sobre la extinción de especies prehistóricas, a lo largo de estas semanas se ha mostrado una realidad desalentadora de especies que desaparen ante nuestra mirada absorta y negligencia.
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