Ely era maltratada en el circo para el que “trabajaba”. Cuando fue rescatada, en 2012, se creyó que su futuro sería más halagüeño al que le esperaba en la carpa circense. Poco tiempo después, la última elefanta que sobrevive en el Zoológico San Juan de Aragón, comenzó a tener un comportamiento poco usual.
Se comía sus heces, golpeaba su cabeza contra las paredes sin sentido alguno, como fuera de sí. Organizaciones protectoras de animales, entre ellas Proyecto Gran Simio, denunció a través de videos el maltrato que Ely presuntamente sufría a manos de las autoridades de Zoológicos y Vida Silvestre en la Ciudad de México, mismas que se encargaron de negarlo una y otra vez.
Hoy, en medio de la polémica sobre si es o no tratada bien, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) indicó que Ely tiene ya un plan de manejo y cuidados médicos, mismos que se aplican desde hace cinco años aunque hasta hoy fueron dados a conocer.
Cuando Ely llegó al Zoológico de San Juan de Aragón, presentaba un problema de artrosis degenerativa en una de sus patas, además, también tenía fractura de las uñas de todos los dedos de las cuatro extremidades. Según el expediente clínico de Ely, el tratamiento se ha dado de manera adecuada a pesar de que los videos demuestren que no se encuentra en buen estado de salud.
Parte del plan para cuidarla consiste en la implementación de un programa de manejo y atención clínica para el animal, el cual estaba compuesto de sesiones de entrenamiento y tratamiento para las partes de piel que tuviera descuidadas, cuidado de las uñas dañadas y de un absceso mandibular que presenta Ely.
*Foto: Proceso.
Además, cuenta con diferentes horas de entrenamiento como examinación de ojos, colmillos, tórax, cola, patas, orejas y trompa, además de un delicado cepillado de lomo. También se le entrena para discriminar objetos de los que le hacen bien a los que le hacen daño. Se cuentan las tomas de sangre y rayos X así como la aplicación de inyecciones y medicamentos orales.
El peso de Ely ronda los 2 mil 500 kilogramos y para no aumentar la peligrosidad de sus lesiones en las patas, deberá mantenerse así con una dieta que no afecte las necesidades nutricionales y alimentarias de un ejemplar como el de esta elefanta. Plátano, papaya, melón, sandía, avena, alfalfa, glucosamina, condroitina y vitamina E, son parte de algunos componentes de la dieta de Ely para que se mantenga en buen estado físico y con un peso que no la ponga en peligro.
*Foto: Abriendo Jaulas y Abriendo Mentes.
Por último, la información presentada en el reporte de Profepa, indica que el esparcirle el alimento dentro de su albergue ayuda a que Ely ocupe su tiempo en bajar su comida de las mallas o las llantas en las que se la cuelgan, para reducir los comportamientos anormales que muchas asociaciones han denunciado.
La elefanta, a través de estas actividades, se desplazará fácilmente, aumentará su salud, reducirá su estrés y le proporcionará estimulación mental, acercándose al comportamiento natural que tiene su especie.
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