¿Cómo funciona la genética?
Imaginemos que a lo largo de nuestra vida vamos creando un Disco Duro en el que se va grabando toda la información concerniente a nuestras vidas. Se guarda nuestra sangre, fisionomía, procesos intelectuales y demás elementos que tienen que ver con nuestra persona. Para tener hijos tendrías que mezclar el data de tu vida con los de otra persona y mirar el resultado. El ejemplo más obvio lo podemos ver en: «Mira, tiene los ojos de su padre y el cabello de su madre».
La genética se basa en esa recolección de datos y es resultado de un complejo proceso evolutivo . Por lo general, los elementos se mezclan conforme su compatibilidad para crear algo nuevo, debido a esto, cuando dos personas tienen un código genético similar (como es el caso de los familiares) un producto de ellos puede tener distintas faltas, por no tener más información qué recuperar. En contraste, dos individuos con codificación alterna, tendrán menos riesgo de procrear un infante con defectos físicos o genéticos.
Sin embargo, existen elementos que muchos piensan no se integran en el código genético de nuestro “Disco Duro”. Se cree que sólo el físico, la inteligencia y la salud son lo único que se guarda de nuestra información, pero más allá de eso, nuestras costumbres, gustos y adicciones pueden guardarse y transmitirse hacia nuestros hijos.
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Hijos adictos
Distintas fuentes, incluyendo al investigador Chris Elkins, experto en adicciones y un grupo de la Universidad de Fudan en Shanghái, han profundizado en el tema de la predisposición a la adicción en los hijos de quienes han padecido una dependencia a una sustancia estupefaciente. Aunque influye el factor del contexto social en el que crecen, genéticamente los jóvenes adoptan la necesidad de consumir constantemente una droga a pesar de que no la hayan ingerido previamente. De hecho, es posible que alguien viva durante años siendo un adicto sin darse cuenta.
Elkins cita el caso de una mujer que sufría síndrome de abstinencia del alcohol aunque nunca había consumido demasiado. La paciente acostumbraba a beber una copa de whisky durante las noches, pero nunca se convirtió en un problema, sin embargo, durante unas vacaciones comenzó a sentir fuertes síntomas que indicaban que tenía una fuerte respuesta a la falta de alcohol; había heredado genes de alguien que tuvo adicción a la bebida. Ese es sólo un caso que ejemplifica cómo funciona el sistema de alguien predispuesto al abuso de sustancias.
Glen Hanson de la Universidad de Utah, afirma que los jóvenes genéticamente predispuestos son más probables a desarrollar una adicción si consumen una sustancia antes de los 16 años. Mientras que algunos jóvenes tardarían en crear una dependencia, aquellos que posean los genes de adicción lo harían de forma casi inmediata. Asimismo, el temprano interés por el consumo de drogas es otra señal de que existe una predisposición, sin embargo, también influye el contexto. Por ejemplo, si un niño ve a su padre beber o consumir una droga, indudablemente deseará imitar su comportamiento.
Es casi imposible saber si nuestros genes pasarán a la otra generación. Aunque la genética funciona siguiendo algunos patrones, la adicción no puede rastrearse ya que existen distintos genes que pueden incluirlo. Los distintos estudios que analizan el código genético pretenden lograr entenderlo para eventualmente modificarlo y eliminarlo antes de que nazca un individuo. En otras palabras: se revisaría la información del Disco Duro para borrar cualquier defecto.
El consumo de alcohol, cocaína, marihuana, e incluso algunos productos como el azúcar pueden causar una adicción inevitable a nuestros hijos. La información que se guarda en el código genético puede abarcar también los trastornos mentales e incluso –según Hanson– están fuertemente vinculados con el abuso de sustancias. Es inevitable esa transición de información por generaciones. Sólo esperemos que en el futuro sea posible eliminarlo.
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Referencias
DrugRehab
El País