Va a sonar como si fuera extraído de un gastado folleto, pero Indonesia es una tierra de contrastes. Por un lado abundan las formas de la belleza y la alegría que pueden capturarse en el instante, mientras que por el otro las libertades más básicas suelen estar vedadas para algunas personas. En ese sentido, hay mucho por explorar y repensar, aunque sus recursos naturales y turísticos siempre darán de qué hablar. Tal es el caso de Bali, Indonesia.
Esta exótica isla en medio de Indonesia, uno de los países que debes visitar cuando viajes por el sudeste asiático, fascina a cualquier viajero con sus encantos. Puntos de interés paradisiacos, dioses arropados, danzas ceremoniales y ofrendas de arroz en hojas de plátano en las aceras de las calles. El panorama es completamente original, imposible de encontrar en otro lugar del mundo.
Además de sus olas, ideales para surfear, cuenta con templos que conmemoran cada atardecer a lado del mar, haciendo de cada experiencia algo verdaderamente único, con música tradicional en vivo, bendiciones que dejan las frentes de los visitantes marcadas con puntos de arroz y flores en las orejas como adornos.
En Bali nada es casualidad. Cada acto, construcción y evento tienen un propósito e intención. Los balineses cuentan con un alto sentido del orden y la armonía, pues viven acorde al Adat —la ley y costumbre— y esto se ve reflejado en todos los aspectos de su vida. Además, se aplica especialmente a sus casas, pues no se trata de crear simplemente un techo, sino de encontrar el sitio idóneo, el lugar al que se pertenece en el Universo. Crearla sigue estrictas tradiciones, que son una fusión entre el budismo y el hinduismo.
En Ubud, comunidad de artistas, pueden verse fachadas de piedra esculpidas que cualquiera consideraría como entradas a templos o castillos, pero en realidad son las fachadas tradicionales de los balineses. “Familia”, que en bahasa se dice keluarga, incluye a personas no sólo con vínculos sanguíneos, sino también a aquellas que se unen en el Adat. A diferencia de otros lugares, en Bali nunca se está solo. Varias generaciones de una familia viven agrupadas en lo que se conoce como compounds.
Siguiendo la tradición del Adat, las orientaciones y la jerarquía no se toman a la ligera. Las fachadas pueden estar en dirección a las montañas, orientación que consideran sagrada, o en dirección opuesta al océano, donde están los demonios.
Para construir se determina una “buena fecha” y se realiza un ritual para traer la buena fortuna, en el que se vierte agua bendita. Los balineses creen que todo objeto tiene un lugar ideal en el Universo y que gracias a esta sintonía pueden estar más cerca de alcanzar el perfecto estado del ser.
Las distancias entre cada uno de los edificios está determinada por los antiguos manuscritos Asta Kosala Kosali y por un maestro undagi, quien previamente hace mediciones de las partes del cuerpo del balinés que construirá la vivienda para determinar las medidas de cada objeto. Referencias como “desde la punta del dedo índice hasta a la ceja” son comunes. Asimismo es una realidad que hombres de mayor estatura obtienen mayores espacios que los de baja estatura. Podría decirse que las casas de los balineses son literalmente hechas a la medida de sus dueños.
Para los los habitantes de Bali cada estructura de los compounds representa el cuerpo humano. La estructura principal, que simboliza la cabeza, está conformada por las habitaciones del padre de familia y por el altar familiar, dedicado a diferentes dioses y a las almas de los ancestros. Los altares están siempre orientados hacia donde sale el sol, o kaja-kangin, que significa “ver la luz del día”. Esto sigue la tradición de los puntos cardinales en la que lo orientado a kangin (donde el sol sale) representa la vida y lo opuesto, kauh (donde el sol se pone) la muerte. Las habitaciones y altares se ubican al fondo del terreno, como dicta la costumbre jerárquica. Seguido está el pabellón de las visitas y de las ceremonias, que representan los brazos. La cocina, junto con el lugar donde se almacena el arroz, representa las piernas y los pies. Estas estructuras están localizadas más cerca de la entrada. Finalmente, el lugar donde se pone la basura representa el ano.
Para los balineses, contraer matrimonio, además de un fuerte sentido de pertenencia en una comunidad, les ofrece la oportunidad de encontrar su lugar en el mundo y en el cosmos. Las costumbres balineses son una invitación a reflexionar sobre la importancia de los lazos familiares en las comunidades.
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