Hay viajes, personas y postulados que cambian la vida de un sujeto.
A Agustín Lazo le ocurrió en 1922 cuando viajó a Europa y conoció a Max Ernst y Giorgio de Chirico. El primero le presentó los postulados principales del surrealismo y el segundo (del cual hizo traducciones) los de la escuela metafísica. A su regreso, Lazo se convertiría en el primer surrealista de México. Antes de que André Breton llegara a México en 1938, el artista mexicano ya había escrito y publicado un texto titulado “Reseña sobre las actividades sobrerrealistas” en Cuadernos de arte núm 2, ediciones de la Universidad. «La valía del escrito estriba en que pone énfasis en las incursiones pictóricas de los surrealistas, inspirado seguramente en la admiración que le profesaba a Giorgio de Chirico, algunos de cuyos escritos tradujo posteriormente», escribió Teresa del Conde en un artículo publicado en La Jornada el martes 2 de marzo de 2010.
“El Carnicerito”
Su obra pictórica tiene todo el misterio propio del surrealismo a la vez que una infantil inocencia que la aleja de ese movimiento. Sin embargo, al mismo tiempo hay cierta perversidad en ella que la vuelve a emparentar con el arte surrealista. En sus óleos, tintas, collages y en sus borradores para escenografías se advierte totalmente una vena enfocada al lado fantástico de lo cotidiano. La mayoría de las veces resulta incomprensible lo que está queriendo transmitir, pero como en todo el arte fantástico, pocos pueden abstraerse de la hechizante carga magnética de sus imágenes.
“La bella y la bestia”
Por ejemplo, en la pintura “Suicidio premeditado“ no sabemos si la chica que se está arrojando desde lo alto de un edificio en verdad está descendiendo directo hasta su muerte o simplemente… vuela. En su rostro se adivina una extraña calma que nos hace pensar que tal vez esté gozando de sus estadía en el aire. Amigo del pintor, Xavier Villaurrutia define de esta manera la obra del surrealista mexicano: «Sí podemos entender la obra de Lazo, que son palabras fáciles de leer, pero son símbolos, tienen una noción onírica, conceptos y metáforas, que se prestan a la interpretación y que quizás no haya un sentido preciso final. No es una obra didáctica».
“Suicidio premeditado”
Otra pintura que delata su simpatía con el surrealismo es “Pietá”, en la que un par de caballos de expresión inocente e infantil parecen estar en demasiada calma aguardando una tormenta inminente, a juzgar por el cielo gris y unos aparentes relámpagos a la distancia. Se sospecha que el abuelo de Lazo se dedicó a la crianza de caballos purasangre, lo que daría una pista del por qué en la obra del artista mexicano abunda la presencia de equinos casi siempre en actitud desbocada, salvaje.
Agustín Lazo
James Oles -curador de la retrospectiva Agustín Lazo: las cenizas quedan de 2009- afirma que Lazo desarrolló con maestría un estilo al que denominó realismo poético, un estilo «inspirado en el neoclasicismo de Picasso y Léger (y también en el de Diego Rivera), así como en las visiones metafísicas de De Chirico y Carrá». A diferencia de muchos de sus contemporáneos, entre los que se incluyen Rufino Tamayo, Lazo sintió poca admiración por los temas políticos o sociales. Esto se reflejó en su muy cercano interés por el arte europeo, debido a los años que vivió en el Viejo Continente (1925 a 1931). Su acercamiento al surrealismo, mucho antes del que tuvieron otros artistas mexicanos, se plasmó en un arte que prefería la exploración personal de los sueños, de lo poético que subyace en una mirada, en el cuerpo, en la noche… en el mundo.
“Pietá”
Sus amigos señalaban a Lazo como un tipo de actitud discreta, temperamento pacífico y personalidad reservada. En su vida abundaban los libros y el arte por encima de las fiestas y los encuentros sociales. Provenía de una familia adinerada, por lo que nunca tuvo la necesidad de vivir del arte o promocionar sus obras, las cuales no fueron pocas (se conoce un acervo de aproximadamente 150 pinturas, dibujos, collages y bosquejos de escenografías). Además tuvo una fuerte alianza con el grupo conocido como Los Contemporáneos, conformado por nombres como Jorge Cuesta, Salvador Novo, Jaime Torres Bodet o Xavier Villaurrutia.
“El Examen”
Más por su personalidad ausente y esquiva que por su brillante calidad artística, Lazo ha permanecido oculto para la gran parte del público y crítica especializada. Su obra fue visionaria, comenzó a hacer antes lo que otros desarrollaron con mayor fortuna después. Tan misteriosa como su obra fue su vida reservada y privada de este pintor, de quien se sabe que era homosexual. Se sospecha que Lazo y Villaurrutia sostuvieron un romance secreto. Enrique Juncosa, en un texto para el portal Periódico de poesía, menciona que cuando el segundo falleció, a la hora de cotejar fechas, se descubre que Lazo dejó de pintar y escribir para siempre quizás en un arrebato de tristeza y pena. En las Décimas de nuestro amor, el poeta escribió: “A mí mismo me prohíbo / revelar nuestro secreto, / decir tu nombre completo / o escribirlo cuando escribo”. ¿Palabras dedicadas a Lazo?
Sin embargo, desde hace mucho tiempo se clama justicia por reconocer a este artista vital en la pintura nacional. Raquel Tibol, crítica de arte, señalaba al semanario Proceso en 1982: «El exceso de privacidad terminó por carcomer lo mejor de sus energías artísticas, más aún cuando el surrealismo es fruto de una batalla pública, cuando los elementos de subjetividad reclaman su espacio en la polis, en la urbe, en la ciencia, en la técnica, utilizando para ello el lenguaje propio del arte».
Hoy es un buen momento para recordar la trayectoria de Agustín Lazo y otros pintores que no conoces pero que seguramente amarás para que tus conocimientos sobre arte se incrementen. Estos artículos son un buen pretexto para conocer la cara oculta del arte mexicano y los artistas que debes conocer además de Frida y Diego.